La novela Miseria propone reflexionar sobre nombres, prácticas y formas de conocer, y “repensarnos culturalmente, porque ahí está el foco de las violencias contra las mujeres: seguimos pensando en las vergüenzas de Adán y Eva en el paraíso”, sostuvo la argentina Dolores Reyes, autora del título que se presentó recientemente en la librería Mauricio Achar.
En entrevista con La Jornada, la narradora y feminista mencionó: “aniquilamos el cuerpo femenino y ahí se soluciona el problema. Eso se repite en toda Latinoamérica y es terrible. Repensemos esas prácticas tan afincadas en la cultura y construyamos otra cosa”.
Reyes (Buenos Aires, 1978) destacó que “la literatura tiene la posibilidad de construir, incluso desde el ensayo, la no ficción y la ficción, discursos mucho más amorosos y distintos en torno a los cuerpos y la vida de las mujeres”.
El texto Miseria (Alfaguara) es la continuación de la novela Cometierra (traducida a 10 lenguas, entre ellas inglés, italiano, sueco, francés y polaco), sobre una vidente que busca mujeres desaparecidas.
La autora refirió que en su narración acompaña a “la personaje chiquitita, muy frágil y sola, que es Miseria, cuando va al hospital y a ver qué le pasa, cómo la reciben. Ahí se mueve la mirada muchas veces clasista y de la violencia obstétrica, que se repite desde nuestras abuelas y hasta ahora.
“La partería ancestral, como un conocimiento de las mujeres transmitido de generación en generación, fue arrebatado por la medicina y pasamos a tener obstetras hombres, muchas veces superviolentos (…) Un nivel de verticalidad absoluto, que se ve incluso en la posición de parir, totalmente antinatural.”
La culpa es de la víctima
Dolores Reyes deploró también que sea haya instalado que “el problema de todo está en el cuerpo de las mujeres y ni siquiera nos damos cuenta de ese mensaje tan terrible. Si hay una situación, se dice que la provocaste vos, tu cuerpo y el hombre es como un animal.
“Muchas veces lo hemos visto en medios de comunicación: ‘¿Dónde estaba?, ¿por qué la familia no la cuidaba?; había dejado la escuela, había ido a bailar’, aunque estés hablando de una piba violentada que terminó violada por seis tipos. El tratamiento es tan violento que de nuevo el cuerpo o la víctima tienen la culpa.”
Aunque Miseria tiene una carga despectiva terrible, continúa la también docente, en el universo de la novela se transforma su significado; al igual con el Pendejo, “figura absolutamente de amor. Miseria es superluminosa, muy vitalista. Nunca para de hablar, de generar cosas a su alrededor. Lo que hago, incluso con Cometierra y el Pendejo es disputar la significación negativa y generar otra cosa: Pendejo no es un insulto, es una figura de amor a la que todos cuidan”.
Sobre el uso del lenguaje en su texto, Reyes explicó que “tiene que haber un tono particular que hay que encontrar y trabajar hasta que se llega. Lo mismo las voces de los personajes. Yo decido ubicar territorialmente, en edad y en el socioelecto a los sujetos; entonces, tengo que narrar un estado de lengua particular”.
El español le interesa, refirió la autora, por “la creatividad que va teniendo por regiones. Eso hace que la lengua sea una fiesta, no una cosa fosilizada. Si yo trabajo con la lengua no es lo normativizado. Construyo personajes adolescentes, que son supercreativos con la lengua. Cuando escuchas música urbana o poesía, la creatividad le viene a la hora de construirlo. Lo ves en el habla, que trabajo un montón, donde hay belleza. No existiría, por ejemplo, el tango, el trap, la música urbana, si no hubiese material estético interesante en las lenguas populares”.
La narradora llama la atención sobre la premisa de que las personas dejamos una huella en la tierra que habitamos. Existe algo que tiene que “ver con que todo va a la tierra: la memoria de esa persona, la vida y la experiencia. Cometierra lo que hace al comer tierra es llevarse eso al cuerpo y verlo. Así cuenta la historia de una persona que falta.
“Hay una cuestión impresionante de pertenencia a la tierra: cuerpo, tierra, memoria, territorio; hay un nudo muy fuerte de experiencia, vida, territorio y justicia. Me interpela muchísimo Latinoamérica. Nunca me he sentido tan latinoamericana como pensando esto: es tan fuerte en México, en Colombia, en El Salvador, en Guatemala.
“Si hay una experiencia latinoamericana tristemente fuerte, es la fosa común, la desaparición desde los orígenes, incluso desde la llegada de los españoles. El exterminio, la fosa común, aniquilar y robar el cuerpo, la identidad cultural de esa persona, pasando por gobiernos y dictaduras. Desaparecer en las fosas comunes, impedir el duelo, la identidad de los cuerpos, hasta las violencias machistas en democracia. Nos siguen desapareciendo y hay un fuerte foco en las mujeres.”
Las escritoras Jazmina Barrera y Dolores Reyes presentaron la novela Miseria el pasado miércoles en la librería Mauricio Achar (avenida Miguel Ángel de Quevedo 121, colonia Chimalistac).