Otra vez son días de tensión para el desequilibrado ultraderechista que presidió Brasil entre 2019 y 2022, y de buenas noticias para Lula da Silva, que este septiembre empezó el noveno mes de su tercer mandato.
Jair Bolsonaro, su esposa, Michelle; uno de sus abogados, Fabio Wajngarten, y Marcelo Camara, un ex asesor presidencial, fueron convocados a prestar declaraciones a la Policía Federal, que investiga la venta de joyas recibidas por el entonces presidente entre 2019 y 2022.
Para sorpresa de nadie, los cuatro optaron por mantenerse en silencio, amparados por la ley, la cual determina que nadie puede ser obligado a producir pruebas en contra de sí mismo. Por determinación de Alexandre de Moraes, integrante del Supremo Tribunal Federal, fueron intimados a prestar declaraciones al mismo tiempo, aisladamente, a la Policía Federal. La medida tenía como objetivo impedir que las respuestas fueran previamente combinadas.
Aunque no se sabía exactamente cómo serían las preguntas, era obvio que el tema sería la venta ilegal de joyas y relojes de alto valor que Bolsonaro recibió como regalo de mandatarios sauditas y que, en lugar de destinarlos al patrimonio nacional, como determina la ley, optó por venderlos y quedarse con el dinero.
El argumento de la pareja Bolsonaro y sus cómplices para callarse fue que el Supremo Tribunal Federal no tiene jurisdicción para determinar que la Policía Federal actúe en el caso.
Tan débil como tosca, tal afirmación no encuentra ningún amparo en la legislación vigente y mucho menos en la Constitución.
Ocurre que otros cuatro convocados decidieron acatar la determinación y aceptaron contestar las preguntas de la Policía Federal. Y hablaron mucho.
Uno de ellos, el teniente-coronel Mauro Cid, quien fue edecán y hombre de total e irrestricta confianza de Bolsonaro, llegó al colmo de presentarse a la Policía Federal más de una hora antes de lo establecido, y contestó a las preguntas a lo largo de más de 10 horas.
El viernes 25 y el lunes 28 de agosto Cid ya había prestado declaraciones durante 16 largas horas.
También su padre, el general retirado Mauro Lourena Cid, optó por hablar. Los dos participaron en la venta de joyas y relojes en Estados Unidos, y hay grabaciones indicando que el Cid padre recibió, entre otras misiones, la de llevar 25 mil dólares en efectivo al ultraderechista.
No se conocen detalles de las declaraciones del padre y el hijo, pero la Policía Federal filtró a los medios de comunicación que ya dispone de elementos suficientes para señalar la existencia de una organización criminal encabezada por Bolsonaro, cuyo objetivo sería amplio: del ataque a la democracia al enriquecimiento ilícito por medio de recursos y patrimonio público.
La misma Policía afirmó que los integrantes de esa organización actuaban en conjunto, con papeles claramente definidos.
Con relación específica a lo que dijo el teniente-coronel Mauro Cid, la Policía Federal informó que el ex edecán dejó claro que el “flujo financiero” del clan Bolsonaro –léase su esposa e hijos– tenía como eje la ciudad de Miami, donde el ultraderechista se refugió entre diciembre y abril, luego de la derrota frente a Lula da Silva en octubre del año pasado.
A todo eso se sumó que el FBI estaría terminando, a pedido de la Policía Federal brasileña, un informe que hace evidente que, además de joyas, el clan Bolsonaro y sus sicarios negociaron “inmuebles y otros bienes” en Estados Unidos.
Resumiendo: cada día que pasa hay más elementos que indican que Bolsonaro y su esposa difícilmente escaparán de la Justicia.
Ya Lula, pese a enfrentarse con un Congreso adverso, principalmente en la Cámara de Diputados, ve su popularidad mantenerse en ligera elevación mes tras mes. Y empieza septiembre con buenos resultados en la economía; en el segundo trimestre del año, el producto interno bruto subió 0.9 por ciento y, con eso, en los primeros seis meses ese crecimiento fue de 3.7 por ciento, por encima no sólo de la previsión del gobierno como del mercado financiero, mientras el desempleo alcanzó la menor marca desde el primer semestre de 2014.