Era probable que el fin de Yergueni Prigozhin, jefe del ejército mercenario Wagner, se diera en forma de “trágico accidente”. También, que el Kremlin negaría su implicación.

Como él, Ha muerto más de una docena en Rusia y otros países, entre ellos, Alexei Navalny, a quien salvaron en Alemania de morir envenenado. Regresó a Rusia en 2021 y siguió encabezando la oposición política. Está condenado a 19 años de prisión acusado de “extremismo”. En octubre de 2006, mataron de cuatro balazos a la periodista Anna Politkóvskaya.

Otra periodista, Natalia Estemirova, quien también investigaba los crímenes en Chechenia, fue secuestrada y hallada muerta en 2009. Asesinaron igualmente a Stanislav Markelov, periodista y defensor de derechos humanos. En 2004, unos pistoleros mataron en su oficina a Paul Klébnikov, editor de la edición rusa de la revista Forbes.

Durante los años recientes, han asesinado a 10 periodistas críticos del gobierno ruso. Los autores de todos estos crímenes nunca fueron localizados.

A balazos y frente al Kremlin, mataron en febrero de 2015 a Borís Nemtsov. Otro crítico, Boris Berezovsky, asilado político en Londres, fue hallado muerto en 2013.

En 2006, falleció en un hospital de esa ciudad Alexander Litvinenko, un oficial fugitivo del servicio secreto ruso. Fue envenenado por dos de sus colegas por órdenes del Kremlin.

Está detenido Oleg Olrlov, defensor de derechos humanos y director de Golos, principal organización electoral independiente del país y declarada “indeseable”. Es un intento de impedir que Golos fiscalice la elección presidencial de 2024, en la que Putin buscará relegirse.

Condenaron a ocho años de prisión al escritor Dmitry Glukhovsky por “difundir información falsa” sobre el ejército ruso.

Mientras, viven en exilio sus colegas Vladimir Sorokin, Ludmila Ulitskaya, María Stepánova, Máxim Osipov, Anna Starobinets y Andrei Filimonov. También, la ilustradora Victoria Lomasko.