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Cultura

2023-08-31 06:00

Joy Laville se pasea por el MAM

Desnudo reclinado con vista de montaña (1970), de Joy Laville.
Desnudo reclinado con vista de montaña (1970), de Joy Laville. cortesía MAM
Periódico La Jornada
jueves 31 de agosto de 2023 , p. 3a

La pintora Joy Laville (1923-2018) cobró vida en la actriz Ana Cristina Ortega, quien animó al público infantil y adulto para que le ayudara a recuperar sus recuerdos mientras recorría la exposición El silencio y la eternidad, dedicada a la artista británico-mexicana en el Museo de Arte Moderno (MAM) con motivo de su centenario natal.

Vestida de suéter lila, camisa blanca y falda larga, “a la Joy Laville”, Ortega pasó canturreando antes de admitir “todo se me olvida”. De allí la necesidad de recobrar el hilo de su vida al mirar sus cuadros, esculturas y cerámicas, porque “mi obra es una ventana a mi corazón, mi alma y mis sueños”.

La visita guiada dramatizada se inició en una sección de la muestra en la que el mar es el gran protagonista de los cuadros. La relación de Laville con el mar fue permanente debido a que la pintora pasó su infancia en la Isla de Wight, Inglaterra. De acuerdo con la actriz, los estados de ánimo de la artista se parecían a los movimientos del mar. “Cuando estoy enojado el mar dentro de mí se mueve así”, dijo agitando los brazos. “¿Ustedes qué hacen cuando están enojados”, preguntó. Sin pensarlo, Max, de 11 años, contestó: “grito”, cosa que hizo con toda su fuerza. Max estuvo acompañado por su hermano Mariano, de 10 años.

A continuación Laville contó la historia de su vida, cómo vivió la Segunda Guerra Mundial, el trabajo de vigilancia que realizó para detectar bombardeos, cuando se enamoró de un soldado de Canadá, se casó y se fue a ese país lejano, recordó el nacimiento de su único hijo. La joven madre, sin embargo, quería pintar; entonces tomó a Trevor, de 5 años, y viajó a México en 1956 porque “allí había muchos buenos pintores... ¿Quiénes?” El público ayudó con el nombre de Frida Kahlo.

En seguida, Ortega pidió a los presentes a abrir sus alas y “volar” hasta la segunda sección, que invoca su traslado a San Miguel de Allende, adonde llegó con una maleta y una máquina de escribir, mientras Trevor, aparte de su maleta, traía unos palos de golf de juguete. Enmarcó la escena de la pintura Woman and paintings on the wall (2010) y resaltó a los visitantes que cada vez que aparecía una mujer con pelo café corto en un cuadro era un autorretrato de Laville. También anotó el empleo de algunos de sus colores preferidos, como el azul y el rosa.

Fue en San Miguel de Allende donde la pintora conoció “¿a qué escritor?”, preguntó la narradora. Alguien aventuró el nombre de Francisco Hinojosa. “No, Jorge Ibargüengoitia”, corrigió, escritor guanajuatense con quien luego se casó.

Los desnudos femeninos son una constante en la obra de Laville, pero no son los típicos cuerpos de mujeres estereotipados. Ortega pidió al público que pensara en la posición de una de sus mujeres acostadas, aunque fuera con la cabeza apoyada en una de sus manos.

La relación de Laville e Ibargüengotia también se conjugó en el trabajo, como demuestran las portadas que ella ilustró de sus libros Las muertas, Instrucciones para vivir en México, Viajes en la América ignota, Sálvese quien pueda, Estas ruinas que ves, Dos crímenes, Maten al león, Los relámpagos de agosto y su antología de teatro.

Ortega aludió que “en 2018, apenas unos meses después de la muerte de la pintora, el grupo editorial Planeta hizo pública su decisión de retirar los diseños de Laville de las portadas de los libros del escritor, determinación aceptada en vida por la artista, con la que daba fin a un lazo creativo que ella había definido como un gesto de amor al escritor y a la literatura”, lo cual también se lee en uno de los textos de sala.

La pareja viajaba mucho, “¿por qué irse a radicar a París?” “Por la Torre Eiffel”. “Por las baguettes”. “Por los caracoles”, contestó el público. “No, por la cultura y, como ninguno manejaba, les resultaba fácil usar el transporte público”, indicó la actriz.

El cuadro Anunciación No. 1 (1981) fue una especie de premonición de la muerte de Ibargüengotia, el 28 de noviembre de 1983, a causa de un accidente aéreo. Laville dejó de pintar un tiempo, pero cuando regresó a México retomó su tema de mujeres desnudas.

“Gracias por ayudarme a recordar mi historia”, dijo la actriz, a la vez que pidió al público tener presente a “la mujer de lilia, Joy Laville, quien ganó un lugar en el mundo del arte”.

La exposición Joy Laville: El silencio y la eternidad permanecerá hasta el 29 de octubre en el Museo de Arte Moderno (Paseo de la Reforma y Gandhi). Los próximos recorridos de la narración oral Los colores de Joy Laville serán los domingos 24 de septiembre y 22 de octubre, a las 13 horas.

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