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2023-08-30 09:44

Barcelona y América condenan a Rubiales en el estadio Azteca

Americanistas y azulgranas mostraron una pancarta gigante de apoyo a Jennifer Hermoso, el 29 de agosto de 2023. Foto Cristina Rodríguez
Americanistas y azulgranas mostraron una pancarta gigante de apoyo a Jennifer Hermoso, el 29 de agosto de 2023. Foto Cristina Rodríguez

Ciudad de México. Los objetivos del América y el Barcelona no tenían como horizonte ganar el partido en el estadio Azteca. No por falta de ambición ni autoindulgencia, sino porque sus jugadoras encontraron sobre el terreno de juego un espacio para hacer masivo su apoyo a la española Jennifer Hermoso y condenar la agresión de Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Futbol: aquel beso forzado que le dio como muestra de abuso de poder y sexismo.

Agrupadas en hilera, americanistas y azulgranas mostraron al mundo una pancarta gigante con los escudos de ambos clubes y un mensaje dirigido a la campeona con La Roja: “#SeAcabó ¡No estás sola!” Aun cuando los debates sobre Rubiales y su probable dimisión siguen abiertos, ellas eligen imaginar un deporte distinto.

La protesta pasó a la movilización. Horas antes del partido en el estadio Azteca, alrededor de 30 mujeres caminaban por las calles con indignación por la violencia machista expresada en un acto de agresión masculina en la final del Mundial femenil en Australia y Nueva Zelanda. Sus voces son simbólicamente la expresión corporizada de la resistencia y la transformación, el extracto de una lucha en la que da pasos al frente no sólo para demostrar coraje, sino en defensa de un deporte mucho más justo para todas. “¡Fuera Rubiales, el machismo ya no cabe!”, “¡Jenni, hermana, aquí está tu manada!” En cada canción que retumba por los alrededores, la autodenominada Barra Feminista utiliza metáforas futboleras para condenar la violencia que sufrió la campeona española por Rubiales.

“¡Se acabó, se acabó, el machismo se acabó!”, corean a todo pulmón y sonríen como nunca antes.

En un entorno donde el temor a represalias silencia reclamos, las muestras de unión y respaldo mutuo aparecen como pilar central y transversal de sus historias personales: “¡Que se vayan los Rubiales, van a caer, van a caer!”, “¡Si gana una, ganamos todas!”, “¡Que las vengan a ver, que las vengan a ver, esas son las mujeres que hacen el futbol que yo soñé!” Ninguna está sola.

Mientras Rubiales sigue en investigación, colectivos como este se cuelgan de un sol generoso para recordar que todo lo que se tiene hoy es gracias al esfuerzo y la lucha de las más grandes.

Un antes y un después

“Las jugadoras de España tuvieron que ganar un Mundial para que la gente descubriera la situación que estaban viviendo. Eso puede marcar un antes y un después. Se ha sancionado a Rubiales, pero es un castigo temporal. Todavía este episodio no tiene un desenlace definido”, dice la peruana Mariafe Serra, quien, como las integrantes de la agrupación feminista, es alcanzada por un sentimiento de rabia cada vez que recuerda la escena.

“Más allá de lo que determine la justicia, el cambio ya se consiguió. Este caso ayudará a que mucha gente ponga los ojos más abiertos sobre quienes dirigen el futbol femenino. Para España y otros países como el nuestro, debe ser un llamado de alerta. Las jugadoras merecen respeto por el solo hecho de que son personas y merecen desarrollarse en un ambiente sano.”

Con camisetas lila, la barra que surgió en 2019 con el Mundial Femenil en Francia, cuando decenas de fanáticas se conectaban en redes sociales para intercambiar estampas del álbum conmemorativo, levantan carteles pintados con plumón en los que se repiten mensajes de apoyo a Hermoso. “Estamos contigo”, “No más acoso en el deporte”, “Si tocan a una, respondemos todas”, “¿En dónde están, en dónde están los directivos que iban a pagar igual?”

Su marcha termina después de casi 20 minutos, tiempo en el que recorren el trayecto que conecta calzada de Tlalpan con Avenida del Imán, en el preámbulo del partido América contra Barcelona. Sobre sus pasos, la entrenadora de la selección femenil Sub-20, Ana Galindo, se encuentra de sorpresa con varias integrantes del grupo de animación y apresura su paso entre saludos y abrazos fugaces.

“Todo esto ha sido lamentable, pero a la vez tiene su lado positivo, porque sirve para visibilizar el problema y, sobre todo, para que la gente realmente se indigne. Las jugadoras reclamaron desde mucho antes, cuando 15 de ellas renunciaron a la selección, pero nadie las escuchó”, asegura una de las participantes de la concentración, en medio de banderas feministas que ondean ante miradas curiosas de cientos de testigos.

La Barra Feminista respalda

La primera vez que la Barra Feminista se reunió para apoyar a un equipo de profesionales fue durante la celebración del Día de la Mujer, cuando al plantel femenil de Pumas se le permitió jugar en el estadio Olímpico Universitario. “Los grandes cambios no se logran pidiendo por favor”, advierte Mariafe Serra, también investigadora de asuntos relacionados con el balompié femenil. “Se piensa que, porque este deporte no está igual de desarrollado que el de los hombres, las jugadoras no tienen derecho a pedir ni a exigir derechos. Y, sin embargo, el respeto es lo más básico”.

Fundidas en un abrazo, las 30 mujeres terminan su misión a las puertas del Azteca. Lo que se ve son rostros desgastados por la caminata, pero también sonrisas que se empecinan en acariciar el alma. “¡Jenni, hermana, aquí está tu manada!”, se escucha por última vez antes de que sea hora de irse.

Horas más tarde, el Barcelona femenil derrotó al América por 2-0, un marcador simbólico en un partido amistoso, porque la verdadera victoria fue colectiva y de las mujeres que levantaron esa noche la voz.

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