Tal vez porque la presidencial representa el futuro del país más allá de un sexenio, la contienda por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México ha quedado un tanto en el olvido.
Los liderazgos importantes en Morena, por ejemplo, se han guardado, hasta ahora, y sólo sacan la cabeza y se anuncian en las radios a las que el Presidente recomendó no ir, quienes por incapacidad dejarían a la capital en manos de la derecha.
Y no hay muchos nombres en el tintero. La decisión de Rosa Icela Rodríguez de no dejar la Secretaría de Seguridad y la reiterada declaración de Omar García Harfuch para que no se le tome en cuenta para la lista de posibles, deja en un peligro mayor la permanencia de Morena en el gobierno de la CDMX.
Para nadie escapa el pleito de Morena con varios grupos arraigados en la ciudad, y desde luego el muy mal trabajo de la totalidad de las y los alcaldes que han gobernado en estas tierras y que no tienen nada contentos a los habitantes de sus demarcaciones.
Lo peor: las alcaldías centrales, salvo Venustiano Carranza, es decir, Cuauhtémoc, Miguel Hidalgo y Benito Juárez, son gobernadas por la oposición, que poco o nada han hecho para beneficiar a sus habitantes.
Basta con recordar al cártel inmobiliario manejado por el panismo para establecer el abuso que han cometido las autoridades azules en contra de una comunidad que les brindó apoyo y lealtad en todo momento, para poder decir que se abrió una gran oportunidad para arrancar de manos de la derecha el gobierno de las alcaldías que ya anotamos.
Pero el tema es Morena en la capital, porque puede convertirse en principio y fin del paso de la izquierda por el gobierno del país. Aquí se inició el camino para la transformación y si por un capricho o la idea de manipular a quien gobierne se equivocan los trazos, la derrota será el principio del fin, como anotamos arriba.
La capital está convertida en un factor obligado cuando se tiene que pensar en la Presidencia de la República. La fuerza política de la Secretaría de Gobernación se ha desvanecido y a casi cualquier otra secretaría no le alcanza para meterse en la competencia; es más, si alguien quiere encontrar el talón de Aquiles de este gobierno lo podrá hallar con abundancia y facilidad en el gabinete, pero ese es otro tema.
Así que el momento está dado. Si hay una buena candidatura no habrá oposición, pero si el capricho triunfa sobre la razón y se toma un derrotero equivocado las consecuencias serán desastrosas.
Y es que la oposición sólo tendría a Ricardo Monreal como candidato de Movimiento Ciudadano, donde tiene más aceptación que en Morena; los demás, salidos del PRI o del PAN, hasta el momento serían un fracaso.
Como le venimos diciendo desde hace mucho tiempo, un par de años cuando menos, Monreal buscará, como precandidato fracasado en la carrera por la Presidencia, la jefatura de Gobierno, pero habrá que tener en cuenta, entonces, que el zacatecano ya fracasó.
Pero lo fracasado no le quita lo mañoso y sin ningún rubor enfrentará a quien vaya por Morena, que en caso de cometer un error le dejará el camino libre. Por lo pronto, Morena no tiene candidata o candidato ganador, pero pueden mejorar las cosas. ¡Que así sea!
De pasadita
Bien, por lo pronto y para ganar simpatías perdidas, ya es hora de que se empiece a auditar a las alcaldías y que de algún modo se impida que las y los alcaldes bajo sospecha brinquen, por ejemplo, al Congreso local, donde también hay diputadas y diputados impresentables –no todos– que en bien de sus intereses han hecho del cargo su mejor negocio, así que empezar por los alcaldes sería una buena señal, ojalá se impulse la intención.