La desaceleración de la inflación en México, luego de haber alcanzado niveles máximos en dos décadas arriba de 8 por ciento el año pasado, es notable en comparación con la tasa de 4.67 por ciento anual en la primera quincena de agosto, “pero de ahí no vemos mucho más bajada en 2024”, alertó Gabriel Lozano, economista jefe para México y América Central en JP Morgan.
En un podcast de la Bolsa Institucional de Valores, el economista explicó que tanta aceleración en diferentes áreas, como consumo e inversión, éste último agarrando ritmo importante tras años de inacción, están sugiriendo que hay que tener cuidado de no ser tan optimistas de que la inflación sigue cayendo.
“La inflación de la primera quincena de agosto tuvo elementos muy puntuales y muy positivos de la desinflación. La gran pregunta es la convergencia hacia 3 por ciento, en el contexto de este sobrecalentamiento; es decir, una mayor demanda, las áreas de producción en el norte de manufacturas han llegado a su máxima capacidad, entonces el ajuste que vamos a empezar a ver es más en precios.
“México por muchas décadas ha sido poco productivo en muchos sectores y no hay competitividad en ciertas áreas, hay problemas institucionales, de tal manera que la inflación tiene cierto sesgo al alza todavía”, comentó Lozano.
El Banco de México prevé que la inflación termine este año en 4.7 por ciento, JP Morgan espera 4.3 por ciento, pero quizá acabe en 4.5.
Lozano reconoció que es un momento complicado, pues son demasiadas las piezas en el juego. En México es esta dicotomía; si hay sobrecalentamiento hay que estar más enfocado en la posibilidad de que venga mayor restricción monetaria. A la producción manufacturera en México le conviene la astringencia monetaria, ya que le permite comunicar que la inflación se empieza a desacelerar y bajar tasas de interés tan pronto como febrero de 2024.
La cercanía de México con Estados Unidos ha permitido que se beneficie de su sorprendente resistencia económica. De hecho, JP Morgan ajustó sus previsiones de crecimiento interanual del producto interno bruto de México para 2023 y 2024 a 3.4 y 1.8 por ciento, muy por encima de estimaciones previas.
Las remesas de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos han registrado máximos históricos; una mayor integración manufacturera con Estados Unidos y el nearshoring, y salarios mínimos más altos que impulsaron el consumo privado están detrás del notable crecimiento económico de México.
JP Morgan sostiene que existe gran correlación entre los envíos de dinero, el exceso de ahorro en Estados Unidos (hoy agotándose) y la tasa de desempleo de ese país, lo cual indicaría que las remesas podrían volver a los niveles prepandemia, especialmente a medida que la economía estadunidense sigue desacelerándose. De cualquier forma, el gran incremento de las remesas (de 108 por ciento en el primer trimestre de 2020 y el segundo trimestre de 2023) tuvo un impacto significativo en la economía mexicana.
“Es un momento favorable para México, una especie de círculo virtuoso, que esperemos que se prolongue más allá de 2024”, aseveró Lozano.