Urgen a Samuel (el gobernador) a frenar textos. En la noticia de El Norte así titulada, varias organizaciones: la Canaco, la Coparmex, la Asociación de Sicólogos Escolares, la Federación de Escuelas Particulares, Vertebra (una ONG dominada por empresarios) y 25 más actualizaron el movimiento de 1962 contra los libros de texto gratuitos encabezado por grandes empresarios de Monterrey.
Según esto, July Mendoza, presidenta de la Unión Neoleonesa de Padres de Familia, afirmó: “Hay mucha preocupación […]. Todos los contenidos que se han estado difundiendo –errores, adoctrinamiento ideológico, falta de contenido en matemáticas, en español– les preocupa a los papás. No los queremos en las aulas”. ¿A qué “papás”? En qué aulas, ¿no las de los hijos de estos demandantes son de escuelas privadas donde estudian en libros distintos a los editados por el gobierno?
Hay otra pregunta: ¿con qué autoridad se atreven orgánulos como los mencionados a arrogarse la representación de una sociedad que no votó por ellos?
El mismo clasismo, los prejuicios y en buena medida la ignorancia de los empresarios regiomontanos y sus epígonos de hace 60 años. El movimiento no prosperó. Y lo que hemos conocido desde esa época ha sido el crecimiento del capitalismo y sus expresiones ideológicas, y no el “socialismo-comunismo” de que la derecha advertía estaban plagadas sus páginas.
Algo que también hemos podido comprobar son ciertos comportamientos extremos de individuos que han abrevado en la enseñanza de escuelas particulares.
Contrarios a la posibilidad de que los niños accedan al conocimiento de la sexualidad por vía del saber teórico, algunos padres prefieren exponerlos a que en la práctica sean objeto de la manipulación, del morbo y de perversiones como la pederastia clerical que por años se ha mantenido en ciertas instituciones.
Rosa Laura Junco, caso emblemático de las generaciones de estudiantes que han pasado por sus aulas, estudió en el Centro Educativo y Cultural Valle (para niñas), una de las instituciones de los Legionarios de Cristo.
Rosa Laura, como otras mujeres ricas de San Pedro Garza García, se involucró años más tarde en la organización Nxivm, de Keith Raniere, el jefe de esta secta que solía mantener un harén de esclavas, entre ellas varias mexicanas. Ella era la depositaria de las “garantías” que debían dar las elegidas por Raniere para asegurar su compromiso de no divulgar las prácticas sexuales de su amo. La prueba cumbre del compromiso era ser herradas con las iniciales KAR (Keith Alan Raniere) a unos cuatro centímetros del pubis.
En Márcame, amo, de Roberta Garza Medina, se lee lo que Rosa Laura piensa de la marca: “Muestra que estamos dispuestas a ser humilladas en torno a nuestro orgullo para que podamos estar libres de nuestra imagen falsa y verdaderamente sin alma y espíritu”.
La hija del presidente del Grupo Reforma llegó a ofrecer a su hija (menor de edad) a Raniere, si bien, en un segundo momento se retractó de hacerlo, según recoge en Nxivm Juan Alberto Vázquez.
Figura clave en Nxivm-México fue Emiliano Salinas Occelli, el hijo del ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Él estudio su escuela básica en el Liceo Mexicano Japonés y la profesional en el ITAM. A partir de su gestión en Nxivm, en esta empresa de autoayuda vimos inscritos a varias personas vinculadas por lazos familiares a la élite de la llamada clase política de México; entre ellas a otros dos hijos de ex presidentes: Federico de la Madrid y Ana Cristina Fox.
En torno a la marca de Raniere en sus sexclavas, Emiliano opinaba: “Si un grupo de hombres decidía ‘tatuarse el chile’ nadie movería un dedo […]. Es muy distinto si me dicen [un] grupo de mujeres decidieron juntarse […] para sacar adelante sus pedos, pues me parece que están muy orates ¿no? Pero muy su pedo, la verdad, pues como mujeres tienen derecho, ¿no?, a decidir qué hacer, es muy distinto a que Keith esté metido en eso”.
Nxivm fue introducido a México por Edgar Boone Sabag, estudiante del Tecnológico de Monterrey. En breve revisión, no fueron pocos los miembros de Nxivm identificados con esta institución y con los legionarios. En suma, con escuelas privadas.
Los libros de texto gratuitos fueron fruto de un proceso democrático, muy inclusivo y de debate entre docentes, pedagogos e investigadores de la comunidad científica y humanística del país. No han sido del gusto de las élites de México, sobre todo la empresarial, y los atacan desde diversas troneras. Con frecuencia en el tono ruin marcado por Ricardo Salinas Pliego a través de Tv Azteca. Esas élites han llegado a hermanarse, en su fanatismo y fobia, con los pobladores tsotsiles de la comunidad de San Antonio el Monte (analfabetos en su mayoría), que procedieron a quemarlos.
Es preciso preguntarse: ¿en qué tipo de escuelas y con qué libros y maestros se han formado las élites empresarial y política del país en los últimos 70 años?
Una investigación de gran calado nos hace falta en ese sentido. Y a los que piden frenar la entrega de los libros editados por el gobierno mal no les haría pensar, al menos, si lo que reciben sus hijos por enseñanza en las escuelas privadas no los hace proclives a degustar el despojo de toda dignidad humana y de cualquier compromiso con la comunidad del país que les ha costeado su frivolidad y cretinismo.