Los mandatarios de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica acordaron ampliar el número de integrantes del bloque de cooperación económica y financiera, que en su configuración actual integra cerca de 42 por ciento de la población y una cuarta parte del producto interno bruto mundial. Los países del BRICS anunciaron que antes del término de su cumbre 15, que concluye hoy en Johannesburgo, Sudáfrica, darán a conocer las directrices, principios y los procesos de examen que aplicarán a los 23 estados que han expresado su deseo de unirse o han presentado solicitud formal de adhesión, entre los que están Arabia Saudita, Argelia, Argentina, Bangladesh, Bolivia, Cuba, Honduras, Indonesia, Irán, Nigeria y Venezuela.
La expansión de este bloque comercial representa una buena noticia para sus miembros fundadores, para los países que se les sumen y para la comunidad internacional en general, pues desde su primera cumbre, efectuada en 2009, el bloque de los BRICS ha permitido un incremento en los intercambios mercantiles, la cooperación y la integración entre países muy disímiles en su peso económico, su configuración política, historia y cultura, pero que han encontrado un común denominador en su interés por contar con una plataforma de desarrollo libre de las dinámicas neocoloniales y las imposiciones dogmáticas que caracterizan a las iniciativas impulsadas por Occidente.
El éxito de este enfoque queda probado por la sostenida superioridad del crecimiento económico de las economías de BRICS frente al G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), que otrora agrupó a las naciones más industrializadas y hoy es poco más que un núcleo de aliados de Washington. Es cierto que los logros del BRICS deben matizarse con las persistentes desigualdades dentro de cada nación y los serios rezagos que varias de ellas experimentan en rubros como educación, sanidad, vivienda y otros derechos sociales, pero el ingreso de nuevos miembros puede generar las sinergias necesarias para remediar tales carencias.
El bloque ampliado tendrá uno de sus mayores potenciales, así como un reto mayúsculo, en la posibilidad de dar vida a una moneda común o a un mecanismo de pagos que ponga fin a la nociva hegemonía del dólar estadunidense, cada vez más usada por la Casa Blanca como una herramienta de disciplina y coerción en contra de todo Estado que no se pliegue a sus designios. Como destacó el presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, no es correcto depender de un único país con capacidad de imprimir la moneda global de reserva, por lo que debe fomentarse el uso de divisas locales en las transacciones entre integrantes del BRICS, sin que ello signifique una confrontación o rivalidad con Occidente.
El líder histórico de la izquierda brasileña resumió el espíritu de la cumbre de Johannes-burgo al afirmar: “no queremos peleas con nadie, sino una integración intercontinental para que todos los países sean tratados en igualdad de condiciones”, moción secundada por su colega chino, Xi Jinping, quien llamó a “ser compañeros en el camino de desarrollo y ascenso, oponerse a los intentos de separación y a la presión económica, y centrarse en la cooperación empresarial”.
Cabe saludar la inminente ampliación de este bloque, cuya relevancia ha aumentado de manera significativa desde su creación hace casi tres lustros, así como hacer votos por que los futuros socios encuentren en el BRICS una palanca para mejorar las vidas de sus habitantes, diversificar sus fuentes de ingresos y reforzar su soberanía.