Digámoslo sin rodeos, Rodolfo Popo Sánchez (Uruapan, Michoacán, 1939) es el último sobreviviente de los grandes pioneros del jazz moderno en México (con un perfil más discreto, Rabito Agüero es el otro). Las sensaciones que provocaba al escucharlo en vivo superaban por mucho cualquier comentario, cualquier superlativo.
En sus conciertos, Popo Sánchez hacía gala de improvisación, de imaginación. Sus saxofones, metáforas aparte, sacudía los teatros hasta sus cimientos. En 2014, reseñando un homenaje que le rindieron en el teatro Degollado de Guadalajara, escribía: “…hace gala de la rítmica y el colorido del son huasteco y del mariachi, luego improvisa sobre la Granada de Agustín Lara… Una impecable exhibición de musicalidad y fuerza expresiva”.
Nos preguntamos qué hace sobresalir a este saxofonista, qué lo ha elevado entre tantos buenos jazzistas que abundan en el país. ¿Será que realmente existe un duende… ese inquieto chaneque que se multiplica con las alforjas cargadas de milagros, de hallazgos mágicos, que esparce polvo y simiente entre un reducido grupo elegidos?
¿Y por qué los verbos en pasado? Porque el maestro está retirado de los escenarios. Los saxos y las flautas están ahora en reposo. Después de una lucha frontal contra el cáncer que se ha extendido por varios años, Rodolfo se desvaneció en marzo de este año durante un ensayo en el Teatro del Estado.
La idea era que dirigiera a la Orquesta Universitaria de Música Popular (de la cual fue titular durante 11 años) y que tocara dos temas. Esto, en el marco de un homenaje que le preparaba la Universidad Veracruzana. Finalmente, el maestro fue homenajeado, dirigió la orquesta, pero tuvieron que invitar a Abel Sánchez para que se hiciera cargo del sax.
Antes, en octubre de 2022, Rodolfo Sánchez había sido objeto de un homenaje de Eje Ejecutantes en Ciudad de México. Posteriormente llegó el que le hizo la Universidad Veracruzana y dos meses después, en mayo, la Secretaría de Cultura de Oaxaca le organizó un tributo en el teatro Macedonio Alcalá.
Platicamos brevemente con el maestro:
–En Xalapa tengo un excelente servicio médico gracias a la Universidad Veracruzana. Mi prioridad ahorita es la salud –señala–. Mi esposa me da todas las atenciones, porque, aparte, ya son muchos años de vida. Me la he llevado con mucha cautela. Antes decía que era sobreviviente de una generación de músicos en vías de extinción, pero ahora es ya una generación extinta. Si hago un recuento de todo, me doy por bien servido de ser un sobreviviente.
–Háblanos un poco de tus discos. Comienzas en 1994 con Nuevo amanecer, ¿verdad?
–Sí, es cuando tenía el grupo Yasú; nos presentábamos en El Arcano. Grabé algunos temas míos y otros de música mexicana.
–¿Por qué se desintegró Yasú, teniendo tanta aceptación?
–Cada quien siguió su camino. Eran elementos muy cotizados y Yasú no les ofrecía un ingreso fijo. En este medio muchas veces la parte económica es la que hace que se desintegren los grupos.
–¿Por qué un músico sigue tocando jazz en un país tan complicado para hacerlo?
–Porque es lo que amas. La misma inercia me llevaba a eso; porque abren un lugar como El Arcano y eso prolongó mi actividad como jazzista. Después apareció otro, Studio, en Reforma, junto al cine Latino, y tuve otra temporada importante de jazz. Luego tenía esporádicas presentaciones o la dirección artística de cantantes como Emmanuel o Guadalupe Pineda, que no fue mi especialidad, no me satisfacía.
–Está el disco Here, there and everywhere. Incursionaste en la vena de los Beatles.
–Al principio no le hacía mucho caso a la música de los Beatles, pero creo que me faltaba ponerle más atención. Encontré ahí una riqueza muy grande, y no solamente para grupo; escribí para sinfónica. Hice Beatles con la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Nuevo León. Después, la producción con grupo de Beatles Jazz, que era una fusión.
–El último es En magnífico estado, de 2012.
–Mi esposa Teresita fue la productora de ese disco, lo presenté en el Lunario.
–Has trabajado mucho con los ritmos y la música tradicional mexicana.
–He hecho fusión con las raíces del huapango, con la música mexicana. Es una propuesta que hago desde hace muchos años. Sé que no soy el único, que también lo hacen algunos jóvenes muy talentosos Es una aportación del México actual al mundo. Es el sonido de México con la fusión del jazz.
En estos días, Rodolfo Popo Sánchez ingresará como asesor y arreglista de la Orquesta Universitaria de Música Popular. Es inexorable. Salud.