Marcelo Ebrard no tiene mañana en la política. Tiene 63 años y quiere ser presidente de México. Si no es ahora, ya no fue. Seis años más de espera, para la próxima elección, está fuera de sus ambiciones y planes. Ya no estaría en edad de emprender, bajo quién sabe qué condiciones, una lucha política por el poder del Ejecutivo. Los longevos europeos o gringos que se vuelven presidentes, no tienen que hacer las duras campañas mexicanas. Es ahora o nunca, no hay mañana. Eso explica que, durante esta especie de breve preprecampaña política de los candidatos de Morena, esté llevando las cosas al límite. Ha estirado la liga hasta el punto de la ruptura porque, para él, no hay mañana. Me he de comer esa tuna, aunque me espine la mano.
En septiembre se iniciarán las precampañas en fecha aún no decidida por el INE. Si pierde Marcelo, no lo veremos como militante en esa precampaña, menos aún en la campaña final. Es inimaginable verlo, por ejemplo, en la posición más importante de esa etapa electoral: la de jefe de la campaña. Como están las cosas, si pierde, ganará Claudia. ¿Jefe de campaña de Claudia? A Marcelo le resulta un insulto tal consideración. Sólo hay que recordar la anécdota cuando, en una concentración o asamblea informativa, como las ha llamado Morena, un reportero preguntó a Claudia: si usted ganara, ¿incluiría en su gabinete a Marcelo? Claudia respondió que desde luego lo invitaría. A Marcelo se le revolvieron las tripas con semejante atrevimiento. Con una postura arrogante y buena ondita, y una sonrisa despectiva, dijo: “oh sí, qué tierna ¿no?” Las palabras dichas por él ese día, mostraron a un Marcelo que ve allá abajo a Claudia. Él es el grande, él es el mejor.
Ha dicho también que tiene 42 años preparándose para ser el presidente de México. Muchos políticos por el mundo se han expresado de ese modo. “Toda mi vida me he preparado para ser el mandatario”. Recién egresado de El Colegio de México, Marcelo inició su carrera en la administración pública. Resulta un tanto excesivo pensar que Marcelo, a sus 22 años, ya tenía en la mira la Presidencia; pero, muchos políticos son así. Presumen de cuanto agrande su figura. Decir que tiene 42 años de experiencia política preparándose para la grande, también significa: nadie está por encima de mí en la actual contienda, véanlo, merezco la Presidencia.
Marcelo puso a un lado el hecho de que se trata de una postulación de Morena y de la continuidad de un proyecto. El ideario que ha presentado en esta preprecampaña no casa con ese doble asunto. Por el contrario, ha buscado –con todo derecho– diferenciarse. El color violeta, en lugar del guinda. Habla de las maravillas de la tecnología y todo lo que haría con ella, y de la clase media: que crezca, que crezca. Ser “moderno”, es su sueño. Sonrían, todo va a estar bien. Esa es su postura, aunque las clases medias y la modernidad tecnológica no son el centro del ideario de AMLO, plasmado en tantos documentos, y asumido por Morena.
El pueblo no existe en el diccionario de Marcelo; los jodidos no son su preocupación. No los menciona. Primero los pobres, claro que no. Él tiene su propio proyecto y hace todo lo posible para que todos nos demos cuenta. Marcelo dice lo que dice para ganar. ¿Cómo podría ganar con un proyecto no-4T? Todo parece indicar que sabe que está abajo en las encuestas. Tiene que buscar con todas sus fuerzas los votos que hagan falta. La mayoría de los de abajo, no lo ponen en el lugar que merecería. Pero no sólo hay votos entre los miembros y los simpatizantes de Morena. Con el ideario que expone, puede animar a los simpatizantes de la oposición a escogerlo a él en la encuesta de Morena. Porque se trata de ganar a como dé lugar. Llevar las cosas al límite y estirar la liga al máximo genera contento y expectativas en la oposición. Es lo que le conviene. Capturar votos de ese espacio electoral es la apuesta.
El punto es que el ideario de Marcelo no es una coartada, no es falacia. Es verdaderamente su ideario. Con su manifestación política está adquiriendo compromisos en gran medida con la oposición, la que debe ver con asentimiento su propuesta, aunque no lo dirá. Es decir, ese ideario está sensiblemente más cerca de la oposición, incluido el señor X y sus contlapaches, que de Morena. No es una estratagema, es otro proyecto.
Como parece claro, Marcelo con su ideario podría ganar. Por tanto, los candidatos de Morena que sí creen en su proyecto tienen que fortalecer su discurso, especialmente Claudia, que va arriba en las encuestas. No se trata de Claudia, sino del proyecto de la 4T. Debe ser sostenido por mucho tiempo. Cerca de 40 millones de pobres no saldrán de su condición a corto plazo. Que Claudia tenga la confianza de las mayorías –en que su gobierno daría continuidad y profundidad a la 4T– no es casualidad.
Marcelo no sería el primero ni el último que siendo “el mejor” no llega. Ahí está el estentóreo señor Santiago Creel.