La protección del maíz nativo es fundamental, pero será difícil que México tenga un resultado positivo frente a la solicitud de Estados Unidos de un panel de controversias sobre este alimento en el contexto del T-MEC, sostuvo Antonio Yúnez Naude, profesor investigador del Centros de Estudios Económicos de El Colegio de México.
Primero, explicó el investigador, porque no está claro que las semillas transgénicas afecten la salud, pero, sobre todo, porque detrás de la petición del gobierno estadunidense están empresas como Cargill o Monsanto, así como los productores de maíz amarillo del país vecino, “que no se van a dejar”. Yúnez Naude señaló que además el maíz amarillo importado es para la producción pecuaria mexicana, para lo cual no se ven alternativas.
Argumentó que en el capítulo agropecuario del T-MEC están los temas de salud, sobre lo que México argumenta daños, y también la promoción del desarrollo y comercio de productos de biotecnología, argumento que el gobierno de Joe Biden no ha utilizado.
En un análisis que hizo sobre el tema, Yúnez Naude consideró difícil que el Estado mexicano llegue a prohibir la importación de maíz modificado genéticamente, entre otras razones, “por los efectos negativos que traería consigo una ‘guerra comercial’ en el marco de T-MEC”.
De aplicar el gobierno mexicano la prohibición, la reacción estadunidense probablemente incluya, en primera instancia, la imposición de elevados aranceles a las cuantiosas exportaciones mexicanas de frutas y vegetales, como las de aguacate y jitomate. A lo anterior hay que añadir “la dependencia del sector pecuario del maíz amarillo importado”.
Yúnez Naude expresó que revisando las importaciones de productos alimenticios de México, se observa que han crecido mucho las de la comida chatarra producida con maíz amarillo; así que para frenar ese tipo de compras se puede dar un argumento en términos de salud, por el problema de obesidad tan generalizado en el país.