Lo más fácil sería decir sí, fueron los indígenas chiapanecos los que cometieron la atrocidad, pero son otras las manos las que los empujan y todos sabemos quiénes son.
Hace un rato que en el ámbito político se había dejado de hablar del temible Yunque, la organización de tintes paramilitares, de ultraderecha, cuya idea es la de “luchar contra el diablo” y defender el catolicismo. Su trabajo se realizaba en total sigilo hasta que trataron de trascender abiertamente a lo político y fracasaron con gente como Manuel Espino y Carlos Abascal, ambos militantes del PAN en su momento.
Pero no faltó el momento para que la derecha beligerante, la que milita en la Iglesia y la que es creyente pero su prioridad es el dinero, los bisnes, decidieran compartir enemigos y lanzarse en una nueva cruzada, ahora contra los libros de texto gratuitos.
La recomposición de las derechas a nivel mundial no es, de ninguna manera, el vaticinio de una desgracia, es ya una desgracia, y México, que ha extendido los brazos del Yunque a Chile y España, por lo menos, apunta a lograr un aumento en la militancia para las elecciones que vienen. Eso es absolutamente cierto.
Los libros de texto son el mejor pretexto, se escribieron con la mano de Satanás, dicen algunos que no han leído los textos, pero ya los condenan porque surgieron del Zócalo, y la parte divulgadora de esa derecha ha difundido la patraña.
No, no son los libros, que quede claro, es López Obrador, es la ofensiva en contra de la posibilidad de que la 4T trascienda el sexenio y se convierta en una arma para combatir la desigualdad, por ejemplo.
Entonces, no hay tregua, pero tampoco debería haber patrañas. Hablar claro sería muy bueno, así como lo hace un puñado de chiapanecos que tampoco leen los libros, pero los queman porque son el Diablo.
Más que bueno sería escuchar a la señora y al señor X, decirle a la gente del país que fue la inspiración comunista, del averno, la que dio paso a esos libros y que los niños mexicanos podrán crecer con ideas comunistas como la de la justicia, que es demoniaca.
Pero volvamos al tema central. La derecha está reorganizada para combatir a López Obrador, y como no tienen nada qué ofrecer en términos de lo político o lo social, para arrebatarle el poder sin mayor violencia inventaron un mal, por eso el tema ya no es cuál es el horizonte del país desde la derecha, sino qué tan cerca estamos del infierno.
Será muy difícil sacar de la cabeza de muchos la inmensa patraña, pero ahora lo más importante será impedir que se siga difundiendo. Claro que para eso no se puede llamar al INE, y menos aún a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que por cierto, según cuentan, dejará de usar el birrete para cambiarlo por un cucurucho blanco. Así están las cosas.
En fin, hay que estar pendientes de lo que viene porque el asunto no terminó en la hoguera de los chiapanecos, falta el centro cristero del país, y sus oraciones en contra del gobierno y la fuerza de la derecha práctica que lo mismo se viste con la s´sbana blanca, que fondea marchas, no contra los libros, sino contra López Obrador.
De pasadita
Desde aquí les queremos avisar que Ciudad Perdida dejó de publicarse los jueves, y ahora se podrá leer los lunes y los martes de cada semana.
Esperamos, desde luego, la comprensión de ustedes para con Ciudad Perdida. Muchas gracias y hasta el próximo lunes.