Al tratar sobre las condiciones sociales de la población, como es el caso de la pobreza en las diferentes formas en que se manifiesta, conviene partir del hecho de que no es lo mismo considerarlas como un número y como una condición.
Las estadísticas con respecto a la pobreza por ingresos representan valores que se obtienen de una muestra y de la que se infieren ciertas propiedades de una población.
El bienestar de una familia no se puede deducir de modo suficiente a partir de un dato estadístico. No es lo mismo identificar a un grupo por sus características socioeconómicas, que inferir de ahí sus condiciones efectivas de vida y su posición social.
Dichas condiciones se asocian también, de modo crucial, con los derechos sociales establecidos; los que, en realidad, pueden no cumplirse pues los servicios que amparan son de acceso insuficiente, o de plano, no existen.
El Coneval, organismo público que se encarga de evaluar la política de desarrollo social del gobierno, presentó las estimaciones de la pobreza multidimensional en el país para 2022. Este es un documento rico en estadísticas, conforme a su propósito y diseño. Como todo estudio de este tipo se puede leer desde distintos ángulos.
La pobreza multidimensional se define como la situación de una persona cuando tiene una carencia social y sus ingresos son insuficientes para comprar los bienes y servicios indispensables para satisfacer sus necesidades. Entre las carencias sociales se identifican las siguientes por cuestión de acceso: a la alimentación, a la seguridad social, a los servicios básicos de vivienda, a los servicios de salud; además, por rezago educativo y por derechos sociales.
La población en situación de pobreza en 2020 fue 46.8 millones de personas o 36.3 por ciento del total de habitantes, frente a 41.9 por ciento en 2018. Pero las carencias sociales promedio fueron 2.6 frente a 2.3 de 2018. En el caso de la población en condiciones de pobreza extrema se contaron 9.1 millones de personas (8.7 en 2018), con 3.8 carencias en promedio (3.6 en 2018), este segmento correspondió a 7.1 por ciento del total, prácticamente igual que en 2018.
En 2022, según consigna el Coneval, 36 de cada 100 personas presentaban al menos una carencia social e ingreso mensual insuficiente para comprar la canasta básica alimentaria.
Las personas con al menos tres carencias sociales sumaron 32.1 millones en 2022, frente a 25 millones en 2018, equivalente a 24.9 por ciento de la población (20 por ciento en 2018). En estas mediciones sobresale de modo muy notorio la población con carencia de acceso a servicios de salud, 50.4 millones frente a 20 millones en 2018; sí 30 millones más. Este es un dato contundente que indica la magnitud de la crisis en esa materia en el país. Ese segmento poblacional correspondía a 39.1 por ciento del total de habitantes (16.2 por ciento en 2018). El rezago en materia de servicios de educación afectó a 25 millones de personas; 19.4 por ciento del total (sin avance respecto a 2018). En cuanto a la carencia de seguridad social, la población afectada se redujo de 66.2 millones a 64.7, pero aun así es la que concentra el mayor número de personas.
El Coneval establece unas líneas de pobreza como elemento para aproximarse a la cuantificación de la pobreza multidimensional. Estas líneas se refieren, en un caso, a la pobreza extrema por ingresos respecto al valor monetario de la canasta alimentaria; otra es la línea de pobreza por ingresos, que es el valor monetario de dicha canasta más la no alimentaria. Se trata, pues, de valores monetarios y de estimaciones de los umbrales de acceso. Según dice Coneval explícitamente: “No constituyen una sugerencia del patrón de gasto que deben adoptar los hogares mexicanos para cubrir sus necesidades”. Este es un asunto relevante cuando se consideran los problemas de la pobreza.
Para diciembre de 2022, es decir, en el periodo que cubre el reporte de Coneval, la línea de la pobreza extrema por ingresos (canasta básica alimentaria) se estableció en el área rural en mil 630.95 pesos corrientes por persona al mes y en el área urbana en 2 mil 124.70 pesos. Para una familia de cuatro personas, que se toma como referencia en el documento, los montos serían de 6 mil 523 y 8 mil 498 pesos mensuales por persona respectivamente. Para línea de pobreza por ingreso (canasta alimentaria y no alimentaria) los valores fueron 3 mil 51.80 pesos en el área rural y 4 mil 246.06 en la urbana; lo que corresponde por familia de cuatro personas a 12 mil 207 pesos y 16 mil 984 respectivamente.
Ahora bien, la línea de pobreza es, precisamente un marcador, un umbral en la terminología de Coneval, así que en cuanto se supera ese umbral se sale de la pobreza extrema y se pasa a la pobreza moderada, tratándose sólo del indicador de ingresos y no de las carencias sociales, asunto que no debe perderse de vista.
Lo que no dicen las estadísticas es en qué nivel del nuevo umbral están esos hogares. La diferencia en materia de ingresos entre un nivel y otro puede ser muy corta y aun así se contabiliza en el nuevo umbral. De tal manera, el dato y el número de personas a las que afecta no es suficiente para hacer consideraciones más allá de las meramente numéricas y no de aquellas referidas a las condiciones efectivas de vida de la población que se está considerando.
El encanto de las estadísticas provoca pronunciamientos políticos sin un asidero suficiente más que el del dato, es decir, cuantitativo y no cualitativo. Los comentarios en general giran en torno a esos números y, muy posiblemente, la situación de las familias mejora en un sentido mucho menor del que se supone.