Resumo. La estrategia sucesoria del presidente López Obrador está sostenida en tres supuestos: a) la unidad de Morena, es decir, los precandidatos presidenciales aceptan las reglas y apoyan al ganador, b) la oposición se presenta desunida en las elecciones del año próximo y c) las expectativas sociales se anclan en la idea de un triunfo inevitable de Morena en las elecciones presidenciales.
Unidad en duda. Aun antes de las declaraciones del ex canciller Marcelo Ebrard de esta semana, se sentía tenso el ambiente en Morena respecto a las campañas de los seis precandidatos. Después de las declaraciones, aumenta el riesgo de desunión en la coalición gubernamental. El desacuerdo respecto a las casas encuestadoras que afloró antier, añade daño a la unidad morenista.
La oposición. Contra muchos pronósticos, los partidos opositores y varias asociaciones civiles acordaron un proceso detallado para determinar tres precandidatos que competirán por medio de una encuesta y de un mecanismo de participación directa a partir de la inscripción de ciudadanos a través de los precandidatos, o directamente en un sitio electrónico. Hasta el momento las etapas de este complicado proceso han salido mas o menos bien. Pero la forma en que se obtendrá el resultado final podría llevar a que el triunfo aparezca dividido: ganando una la encuesta y otra la elección directa. Hay también el problema no menor de que entre los finalistas aparecen dos panistas y una priísta lo cual potencialmente genera un dilema en el conjunto azul.
Expectativas. Ganar las elecciones antes de las elecciones es el propósito de todo estratega político que se precie. Sabemos desde luego que en democracia la máxima es certidumbre en las reglas e incertidumbre en los resultados. Pero aun sin violar las reglas, una buena estrategia impulsando expectativas sustentadas en creencias, puede llevar a vislumbrar que una determinada coalición tiene méritos y no tiene adversarios de peso. Esto puede generar consecuencias no deseadas el día de las elecciones: alta abstención y ganadores sorpresivos. Las expectativas pesimistas sobre el país o la economía también generan reacciones abstencionistas, o bien, por el contrario, rabia y ansias por participar. Así ocurrió recientemente en Argentina. Como se sabe, además, el uso de las expectativas fue un ingrediente clave en los paquetes antiinflacionarios que propusieron hace algunas décadas economistas como Lucas o Dornbusch.
El arroz que ya se coció. Para las elecciones de 2024 las expectativas parecían confirmar un triunfo holgado en las presidenciales para Morena, aunque más competido en las legislativas y en algunas gubernaturas. Con la emergencia de Xóchitl Gálvez, el arreglo institucional para definir al candidato opositor y las controversias recientes en Morena, ese panorama está más difuso y se puede afirmar que las elecciones de 2024 serán más competitivas.
El contexto. La tercera ronda de encuestas que ha realizado Nexos sobre las expectativas y estados de ánimo de los mexicanos (febrero de 2011, mayo de 2018 y mayo de 2023) arroja tres elementos interesantes.
Los mexicanos viven en mundos paralelos que no se conectan con sus acciones. Por una parte, un México mágico, lleno de luz. Por otra, un México lleno de maldad, sombras, egoísmo, corrupción, violencia e inseguridad.
En un marco de necesidades concretas, las transferencias directas son muy bien recibidas, sobre todo la pensión universal para los adultos mayores.
El capital simbólico que esta medida le genera al Presidente es muy claro: “dignificación narrativa”. Segmentos de la población se sienten respetados, perciben una “reparación histórica”.
Seguiré reflexionando sobre este trabajo publicado en Nexos (2023) en mi siguiente colaboración.
http://gustavogordillo.blogspot.com/
Twitter: http://twitter.com/gusto47