Marcelo Ebrard dio un paso hacia adelante que, al mismo tiempo, puede ser hacia afuera. Denunció el uso de recursos para promover y apuntalar una precandidatura presidencial considerada favorita de Palacio Nacional, pero en ese intento de legítima defensa se colocó a la vez en una zona de alto riesgo excluyente, pues no sólo protestó por lo que corresponde al ámbito partidista (Mario Delgado, omiso en hacer cumplir compromisos de equidad, permisivo en cuanto a simulaciones) y al correspondiente proceso demoscópico (el sorteo para determinar las empresas que harán encuestas espejo), sino que acusó a una secretaría federal, la del Bienestar, de promover mediante sus brigadas la versión de que el presidente López Obrador prefiere a Claudia Sheinbaum.
Señaló a la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México y a la dirigencia morenista pero, en realidad, el mensaje fue para el tabasqueño que fundó Morena y sigue siendo eje y motor de la política de ese partido. Además, el ex secretario de Relaciones Exteriores exhortó (¿a quién, a Mario Delgado?, ¿es Mario quien manda realmente?) a que “permitan que la ciudadanía elija libremente. Porque si no, va a ser un desastre para Morena. Suspendan inmediatamente lo que están haciendo, porque sí lo están haciendo. Llevo meses y semanas con toda paciencia, con toda responsabilidad, esperando a que corrijan”.
Léase con cuidado este párrafo: “Sean gobiernos estatales, sean secretarías de Estado, sean funcionarios, todos ellos, todas ellas, tienen que hacer eso. Tienen que respetar el proceso y nosotros habremos de respetarlo también. Pero yo diría a la dirigencia de Morena: mañana es el sorteo de las encuestas, pero firmamos que no iba a pasar nada de lo que está pasando hoy. Estamos en foco rojo, tienen que acatar la voluntad de la gente (...) y también a Claudia se lo digo. Qué necesidad, qué caso tiene comprometer todo aquello por lo que hemos luchado”.
En este espacio se ha planteado en más de una ocasión que el desenlace de la contienda interna de Morena se dará a partir de las consideraciones sobre eficacia o lealtad. Ebrard ha sido eficaz y Sheinbaum ha sido leal. Es posible que con sus declaraciones de ayer, Marcelo haya confirmado a Palacio Nacional que no sería el sucesor más leal.
El ex canciller ha sido rechazado por los directivos partidistas del Frente Amplio por México (PRI, PAN y PRD), pero en Movimiento Ciudadano están atentos a la posibilidad de una escisión que les potencie. ¿Dañaría a Sheinbaum, si ella fuera confirmada como abanderada 4T para 2024, la postulación de Ebrard por una delgada vía dantesca? Sería probable que le restara votos, pero no tantos como para que fuera derrotada.
En cambio, si no hubiera seca oposición de la superioridad a esa postulación marcelista naranja (incluso, ha de decirse, si no son reactivados en su contra mecanismos judiciales derivados del tema de la línea 12, los que en su momento utilizó Miguel Ángel Mancera para tener a raya a su antecesor), Ebrard podría convertirse en otro factor divisorio del voto opositor que terminaría favoreciendo a Sheinbaum, Morena y sus aliados.
Ayer, al final de su conferencia matutina de prensa, el Presidente de la República fue requerido por voces periodísticas que se atropellaban o superponían, lo cual no es inusual, pues asistentes a esas sesiones pugnan al cierre por conseguir respuestas a temas que no hubieran sido abordados. Entre otros asuntos planteados a viva voz estaba el muy delicado referente a los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno, Jalisco.
Entre el barullo, el declarante mañanero no respondió a nada en concreto, tal vez porque auditivamente no distinguía temas ni propuestas, e hizo, lo cual tampoco es inusual, una salida humorística, esta vez relacionada con una persona sorda. De ahí se desprendieron acusaciones en medios de que había eludido jocosamente el tema. Ahora bien: más allá de estas circunstancias confusas, hubiera sido importante que al principio, a la mitad o al final de la mañanera, el Presidente hubiera hablado de tan doloroso caso. ¡Hasta mañana!
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