San Cristóbal de Las Casas, Chis. El médico Roberto Gómez Alfaro, quien recibió la medalla Rosario Castellanos que otorga el Congreso local, ha dedicado su vida al servicio social en la medicina, sobre todo en favor de los más necesitados, lo que le ha valido que muchas personas lo llamen “el doctor de los pobres”.

“Mi vocación fue la de servir, sobre todo a las personas que menos tienen. Dios me dio la oportunidad de servir”, dijo, al tiempo de señalar que el premio “fue una sorpresa, no me lo esperaba, me llena de satisfacción, orgullo y mucha alegría. Traté de ser muy consecuente en mi vida con lo que decía y hacía”.

Desde 1974 en que regresó a su natal Comitán, de donde también era originaria Rosario Castellanos, después de cursar la carrera de medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se dedicó a atender a la población que necesitaba atención médica.

Sin buscarlo, comentó, a los tres meses de haber ingresado como cirujano fue llamado por las autoridades de salud para dirigir el hospital general de Comitán que antes se llamaba hospital de común de pobres de solemnidad de Comitán, fundado en 1793, gracias a una rica hacendada llamada María Gandulfo.

Como director del nosocomio tuvo una proyección social muy grande y entró a las comunidades de la selva Lacandona para atender sus pobladores. Junto con otros colegas creó el plan tojolabal y aplicó el concepto del hospital sin paredes. Como parte del plan A 36, la UNAM envió pasante e internos, pero otras universidades e instituciones como el Politécnico enviaron personal también

“Cuando empezamos a entrar a la selva me impresionó ver la situación de hambre que existía entre los indígenas y por otro lado la exuberancia de la vegetación, los ríos y la tierra. No me quedé sólo con el hecho de quitar una vesícula, atender un parto o a un niño. Empecé a ver que existía una gran importancia de la sociedad y del gobierno como tal para resolver problemas de las clases más necesitadas, indígenas, campesinos que vivían en condiciones paupérrimas”, afirmó.

En entrevista telefónica manifestó que está “sumamente satisfecho porque Dios me dio la oportunidad de llegar a mi tierra y ofrecer mis servicios a la población. En el hospital “se aplicaron los recursos con justicia y honestidad. Si volviera a nacer lo haría con el mismo amor por mi Chiapas”.

Nacido el 26 de diciembre de 1939, Gómez Alfaro indicó que recibió la dirección del nosocomio en enero de 1975 con 24 camas y lo entregó años después con 74, pero llegó a atender hasta 90 pacientes. “A todos se les atendió. Además, había un albergue creado por él y su equipo para los familiares. Se les daba alimentación y habitación a 40 personas. Estoy contento. Tuve la oportunidad de ir durante años a trabajar al hospital San Carlos, ubicado en Altamirano, con las madres de San Vicente de Paul. Iba, operaba y regresaba feliz”.

En coordinación con a la diócesis de San Cristóbal que entonces dirigía el obispo Samuel Ruiz García, realizó Acciones conjuntas en beneficio de comunidades indígenas y organizó brigadas asistenciales de salud para los refugiados guatemaltecos en la década de los años de 1980.

“Mi vocación fue la de servir. No sé ni por qué me hice médico. Vengo de una familia muy pobre, de una madre soltera que eligió emigrar a la Ciudad de México; vivíamos en un cuartito. Yo tenía un gran deseo de ser médico porque veía como trabajaba mi mamá para tener dinero y yo quería ganar para darle lo que necesitara. La vida me fue enseñando. Me tocó el movimiento médico de 1964-65 en el hospital 20 de Noviembre. Ese movimiento me transformó”, dijo al tiempo de subrayar que siempre contó con apoyo el incondicional de su familia, que ha sido un pilar para trabajar por el bienestar y la salud de la población.

“Me decidí a servir a los que menos tienen. Lo hice en el hospital general, en la Cruz Roja cuando fui médico; en Altamirano y Tumbalá, así como en sanatorio Fraternidad que él fundó en 1989 con la idea de atender a todo mundo, fundamentalmente a los que menos tuvieran”, expresó.

Señaló que durante 30 años, en ese nosocomio se hicieron 25 mil cirugías, con una tasa de morbimortalidad mínima y un porcentaje de 30 por ciento de pacientes a los que no se les cobró. “¿Cómo no me voy a sentir satisfecho de la vida?”.

Sin embargo, el sanatorio Fraternidad fue cerrado por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), hace un año y medio, sólo “por detalles. Es una injusticia. Deberían de haber visto la productividad. Pedían que hubiera un baño para doctores y otro para doctoras; uno para hombres y para mujeres, cosas superficiales. Estamos tratando de ver que se eche andar otra vez porque es un gran apoyo para la gente”.

La medalla Rosario Castellanos que la legislatura local entrega a los hombres y mujeres que se destacan por su excelencia en el área de la ciencia, arte y cultura, le fue impuesta a Gómez Alfaro por el gobernador Rutilio Escandón Cadenas, durante una ceremonia solemne realizada la noche de este martes en Tuxtla Gutiérrez.

“Este galardón hoy hace honor a un gran médico que ha mostrado su profesionalismo, pero, sobre todo, su gran amor a la humanidad, pues a través de su capacidad y conocimiento ha logrado salvar vidas y dado esperanza a cientos de personas, principalmente, en condiciones de mayor vulnerabilidad, por lo que reconozco su trayectoria y celebro esta condecoración que lleva el nombre de otra gran comiteca: Rosario Castellanos”, Manifestó el mandatario.