Al ritmo de salsa, mambo, cumbia, son cubano, cha cha chá y más ritmos dedicados al dulce y sabroso contoneo, el célebre Salón Los Ángeles festejó 86 años de vida el pasado 2 de agosto, día oficial en que se inauguró esta catedral del baile en 1937.
Fue una noche espléndida en la que disfrutamos de las buenas hechuras musicales a cargo de Los Reyes del Mambo de Mario Cárdenas, el Grupo La Libertad (¡excelentísimos!), los soneros de Café Montuno, La Internacional y Explosiva Sonora Dinamita, La Orquesta Universitaria de Pepe Luis y el recibimiento de don Miguel Nieto, responsable del salón.
Buen ambiente y mucha alegría por tener de vuelta al icónico recinto de la colonia Guerrero, ya que la pandemia del covid-19 obligó al cierre por dos años y meses. Fueron tiempos difíciles para el salón, al grado de que la familia Nieto consideró la posibilidad de cerrarlo. Se realizaron algunas campañas para recaudar fondos y mantenerlo más o menos funcionando, y a mediados de 2022, con todas las precauciones del caso, Los Ángeles abrió sus puertas para volver a escribir nuevas historias de baile y convivencia.
“Somos un lugar que vale la pena conservar”, nos dice Miguel Nieto en amable charla. “Vale la pena conservarlo como registro histórico, de una memoria musical, de una memoria social de casi un siglo, y en eso seguimos, dando la batalla (…) Son 86 años de brindar este espacio a la sociedad de México y el extranjero. Cabe decir que por aquí ha pasado mucha gente (miles). Aquí recibimos a todos, sin distingo de raza, condición social, económica, o filiación política.”
Ríe con esto último Miguel, pues es sabido que en el recinto se han dado encuentros con la intelectualidad de izquierda, bailes sindicales y visitas, como la del subcomandante Marcos, por lo que la actual alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, lo tiene identificado como lugar de comunistas y por lo mismo lo mantiene “checadito”.
Muchos son los que gustan de asistir al Salón Los Ángeles porque es un lugar único, donde se respira buen ambiente y se da el pretexto perfecto para encontrarse con gente gozadora con la cual compartir un buen pasillo o un trago amable, olvidando por completo las dobles o triples jornadas laborales o pendientes financieros. Es la democratización a la que muchos aspiran y que en este espacio del dancing mexicano se da con puntualidad. Ahí está la gente de Tepito y de la Guerrero con los que vienen de Polanco o Tecamachalco. Unos con sus trajes de pachucos diseñados por ellos mismos, otros con sus prendas de boutiques exclusivas.
Observo al público, en el que algunos novatos en el baile se mezclan con los experimentados y les copian pasos de salsa o cumbia. Hay quienes no le atinan. ¡Más soltura, caballero! Necesitan sesiones de baile, lo saben, y se prometen regresar. Se anuncian “clases de danzón los martes y de salsa los viernes”.
Un bailador reconocido como el buen Luciano Sánchez, da cátedras del dancing salsero a una turista española mientras unas parejas de jóvenes de la academia Salsa y Control muestran cómo se baila la salsa en línea al compás de la música brava de La Libertad.
Cuando llega el turno de Los Reyes del Mambo, un grupo de estudiantes de la UNAM pide que toquen la pieza que Pérez Prado dedicó a la universidad. Son complacidos, y en medio del salón estalla el goya.
Mientras, los muchachos del Poli no se quedan atrás, y al compás del Mambo del Politécnico alzaron su Húelum y bailan a la cachi-cachi-porra.
“El baile es placer, es alegría, es exaltación, ensoñación, y en Los Ángeles es religión. Deben saber que el nombre del recinto se debe a la Virgen de Los Ángeles, la milagrosa patrona”, encontrada en 1635 por estos lares y que en el caso de la catedral del baile provoca milagros cada que se pisa la pista. Una retórica pagana dice: “A La Villa, por el milagro guadalupano. A Los Ángeles, por el milagro del cuerpo”.
La fiesta en ahí no parará. “Mientras haya bailadores. Habrá salón”, me dicen unos parroquianos. Para ellos, los días en que no abrió sus puertas el salón fue como perder media vida. Ahora, conjuran el sortilegio bailando, porque bailar es soñar con los pies.
Recuerde que el Salón Los Ángeles lo espera en la calle de Lerdo 206, esquina con Ricardo Flores Magón, en la colonia Guerrero, a unas cuadras del Metro Tlatelolco, para cumplir más años de historia y baile.