Los nuevos libros de texto gratuitos, que se distribuirán a millones de estudiantes, han sido objeto de una campaña mediática muy crítica. En la televisión, algunos conductores han afirmado que la Secretaría de Educación Pública promueve con los libros una ideología comunista, pues expresiones como “comunidad de aula” tienen la intención de inculcar una “ideología comunista” en los alumnos y transformar a los docentes en “agentes políticos”. Estas críticas alertan a los padres de familia sobre términos como “plenaria”, argumentando que significan una idea “totalitaria y hegemónica” alusiva a un gobierno único. Un conductor muy relevante en la tv difundió que “los manuales que se van a utilizar para la educación, que van a utilizar los maestros para la educación de los niños, están en contra de la libertad. Buscan convertirlos en esclavos sumisos de una dictadura comunista; son las guías de la educación comunista que pretenden que los niños no lean, no aprendan matemáticas”.
La “educación comunista” tuvo sus raíces en estados como la Unión Soviética. Antón Makárenko, pedagogo representativo de la época, promovió una educación centrada en las necesidades del Estado y en el fomento de la producción obrera. El objetivo principal era formar jóvenes comprometidos con la construcción del comunismo y su rol activo en la sociedad. Esta educación ponía énfasis en el bienestar colectivo por encima del individual, y en contextos como la “colonia Gorki”, se empleaba una rigurosa disciplina para inculcar valores comunistas. En la actualidad, pocos países operan bajo regímenes que podrían calificarse de comunistas; Cuba, China y Corea del Norte podrían ser ejemplos. Sin embargo, México dista mucho de tal ideología. Basta observar la apertura hacia la inversión privada y la llegada de gigantes industriales. Estas empresas, en colaboración con el gobierno mexicano, han establecido condiciones laborales tanto para el sector empresarial como el de los trabajadores. En nuestro país, el régimen tiene una orientación mayormente capitalista, ya que están garantizadas la propiedad privada, la competencia y la libertad empresarial. Además, la abrumadora mayoría de las personas que apoyan al gobierno están en contra de una dictadura comunista. El régimen no pasa de los límites de un gobierno liberal progresista con fuerte tendencia popular. Si bien existen errores en los textos, éstos pueden ser corregidos. No obstante, sugerir que los libros promueven un adoctrinamiento es una crítica desproporcionada y parece más una propaganda tendenciosa que busca socavar la confianza en el gobierno actual.