La diversidad de colores, materiales, técnicas, pero sobre todo habilidades que distinguen el trabajo artesanal en entidades como Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Querétaro, Puebla, Jalisco y estado de México, convergen en pulseras, collares, aretes, bordados y otros accesorios elaborados por Puritito Corazón, cooperativa forjada por amistades añejas, el aprecio por lo hecho a mano, y mucho pueblear, dice Karla Aguilar Cabello, representante de la empresa.
Hace 14 años comenzó a elaborar bisutería de cristal con Guadalupe García Reyes, cosas sencillas que vendían en tianguis. Tomaron talleres de joyería para mejorar su técnica y comenzaron a trabajar de manera solidaria con otras mujeres con las que se identificaron porque tienen, como ellas, mucho de autodidactas e iniciativa para desarrollar sus habilidades, pues “a nadie se dice qué hacer”.
Con ellas, asegura Karla, se cumplió aquella regla de que “Dios las hizo y ellas se juntaron”.
En sus creaciones no utilizan plásticos, su materia prima siempre ha sido el vidrio facetado y minerales como cuarzo amatista, ágata, ojo de tigre, cornalina, venturina café, cuarzo rosa, así como perlas de río, ámbar, madera y barro.
Karla confiesa su fascinación por pueblear y en esas escapadas contemplar las artesanías, los textiles y su colorido, lo que le ha permitido entrar en contacto con otro artesanos a quienes han incorporado como colaboradores externos para enriquecer su oferta.
Filigrana de barro de Atzompa, Oaxaca; talavera de Puebla; tallas de madera de Yucatán; trabajos de chaquira de Zamora, Michoacán; barro de Metepec, estado de México; barro con vidrio de Jalisco; de Oaxaca también se proveen de tallas de madera de copal pintadas al óleo y pintura acrílica y se surten de ámbar con una familia de Simojovel, Chiapas, que se dedica a la extracción artesanal de la resina.
Dominga Reyes Martínez, madre de Guadalupe, es la bordadora estrella en la cooperativa; originaria del municipio de Naranjos Amatlán, Veracruz, cuenta que emigró de muy chica a la ciudad y aquí aprendió el arte del hilo y la aguja de forma empírica, observando a sus mayores, lo que hoy le permite tener un ingreso extra como colaboradora externa de la cooperativa.
Su hija elabora los diseños que son un reflejo de la iconografía popular: enramadas de flores, aves, corazones, calaveras, mariposas y otras que Dominga colorea con su bordadura.
Karla y Edith Mecedonio Martínez, otra de las cooperativistas, portan playeras bordadas por Dominga y en su inventario figuran playeras, chamarras de mezclilla, sudaderas, cuellos, pectorales y un montón de aretes en forma de corazón decorados con esa técnica. Hay clientes que les llevan la prenda para que se las personalicen con sus puntadas.
Ferias, exposiciones, caravanas y tianguis
Comenzaron a entrar con sus artesanías a ferias, exposiciones y caravanas, y tienen un lugar fijo los martes en el tianguis de Santa Úrsula Coapa, así como sábados y domingos en el de avenida del Imán, en Coyoacán; los jueves están en el de Cumbres de Maltrata en Narvarte Poniente, cerca de la Glorieta SCOP, en la alcaldía Benito Juárez; también las ofrecen por sus redes sociales: @puritito corazón en Facebook y @puritito.corazón_ en Instagram.
En 2020, la pandemia de covid-19 fue una etapa difícil para ellas, aunque la actividad les permitía laborar en casa, dejaron de trabajar completamente durante un año, “no había ingreso para nadie”, pero con la crisis llegó también una oportunidad al tomar en 2021 talleres en línea de los centros comunitarios Pilares (Puntos de Innovación, Arte, Educación y Saberes), creados por la ex jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum Pardo.
Allí, un par de talleristas, Adriana y Brenda, las guiaron para constituirse en empresa cooperativa, en la que además de Guadalupe y Edith son fundadores Alejandra Aguilar Anaya, Ricardo González Urquiza, Christian Quezada y Adolfo Aguilar; así como para obtener apoyos de la Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo (STFE), con lo que pudieron formalizar ante notario la sociedad y acondicionar su taller en la colonia Ave Real de la alcaldía Álvaro Obregón, con una mesa de trabajo, anaqueles, repisas y gavetas organizadoras que les permitieron remplazar las cajas de zapatos y botellas de Coca-cola en las que anteriormente almacenaban sus materiales.
Un segundo apoyo llegó en agosto del año pasado, con el que adquirieron exhibidores y tarimas para las ferias, un plotter y una plancha para sublimar que les permitirá combinar impresiones con bordado.
Karla no recuerda si el nombre que al final dieron a la cooperativa –Puritito Corazón– fue una decisión colectiva; lo escuchó de alguna canción, y después de barajar la palabra “artesanía” en diversas lenguas indígenas como opción, advirtieron que la figura de corazón ha predominado en sus creaciones y decidieron utilizarla para dar identidad a la cooperativa, junto con el lema “Decorando almas con amor”. Pero ante todo está su decisión de mantener procesos artesanales, y con eso, precisa Guadalupe, “haces la diferencia, no te vuelves uno más del montón”.
Y aunque eso implica más trabajo y más dificultades para colocar en el mercado sus productos por tener precios más elevados que la bisutería industrializada, para Edith la mejor recompensa llega con el elogio del cliente, pues “siempre nos felicitan por nuestro trabajo”.