Santiago. Con su gobierno enfrascado en una creciente reyerta con la oposición derechista, que al ser mayoría parlamentaria bloquea sustantivas reformas que prometió impulsar, el presidente chileno, Gabriel Boric, aseguró ayer: “no voy a dar mi brazo a torcer para cumplir los anhelos y el programa que el pueblo nos encargara”.
Sorpresiva y audazmente, el gobernante salió a pie del Palacio de La Moneda (sede del gobierno) hasta un mitin de pobladores que a un par de centenares de metros exigen viviendas.
Mezclándose entre ellos, megáfono en mano y con escasa escolta policial, el mandatario arengó ante los manifestantes: “Agradezco y valoro mucho su organización, y les digo que es importante que el pueblo esté organizado exigiendo sus derechos, y no son sólo palabras, nosotros venimos de los movimientos sociales y no nos podemos olvidar de esto.
“Cuenten conmigo como gobernante para seguir conversando siempre, y enfrentando juntos las dificultades que existen, porque esta ‘pega’ (trabajo) no es fácil, ustedes lo han visto, pero no voy a dar mi brazo a torcer para cumplir los anhelos y el programa que el pueblo nos encargara”, agregó.
Se estima que en Chile hay un déficit de 700 mil viviendas y Boric se comprometió a entregar 260 mil en los cuatro años de su presidencia; también a aumentar la pensión garantizada universal, disminuir las listas de espera en los hospitales públicos y una sustantiva reforma al sistema de pensiones, pasando del régimen de capitalización individual a uno de solidaridad intergeneracional. Para todo lo anterior se necesitan unos 10 mil millones de dólares, que teóricamente provendrían de una reforma tributaria rechazada de manera unánime por la derecha. El gobierno está insistiendo en ella ahora, reduciendo sus expectativas de recaudación, pero la derecha ya anticipó su negativa.
Y mientras, el clima político se deterioró sustantivamente y la presión social está latente.
El más reciente desafío a Boric consiste en la exigencia de que, para cualquier negociación sobre reformas, se deshaga del ministro de Desarrollo Social, Giorgio Jackson, su camarada de luchas estudiantiles y políticas, al cual consideran responsable político de una seguidilla de corrupción a manos de correligionarios del Partido Revolución Democrática.
Quieren fuera a ministro
Antier, el ultraderechista Partido Republicano anunció que acusará constitucionalmente a Jackson para destituirlo forzosamente e inhabilitarlo políticamente por cinco años, a lo cual la derecha tradicional anunció de inmediato su respaldo.
Boric afirmó que “sería más transparente decir que van a hacer todo lo posible por poner trabas y evitar que el gobierno saque adelante sus reformas”, desafiándolos a “que lo digan públicamente, porque los hemos invitado a conversar hace meses y no llegan a la mesa o, cuando está a punto de hacerse la reunión, sencillamente dicen que no van a asistir ‘hasta que usted saque a tal ministro’, mientras las pensiones siguen esperando”.