Quito. El candidato presidencial de Ecuador Fernando Villavicencio fue asesinado ayer en un ataque a tiros a la salida de un mitin realizado en un colegio del norte de Quito, a poco más de una semana de las elecciones generales y en medio de una ola de violencia que golpea a este país sudamericano.
El presidente Guillermo Lasso confirmó el homicidio y declaró que “el crimen organizado ha llegado muy lejos”. En las primeras horas de este jueves, el mandatario decretó el estado de excepción por 60 días, a fin de “garantizar la seguridad de los ciudadanos, la tranquilidad del país y las elecciones libres y democráticas del día 20”, en una alocución divulgada en YouTube.
El diario El Universo señaló que Villavicencio, del centrista movimiento Construye, fue ultimado “al estilo sicariato con tres tiros en la cabeza”.
La fiscalía precisó en la red social X que el sospechoso del atentado, que resultó herido durante el cruce de balas con el personal de seguridad, fue aprehendido y trasladado a la Unidad de Flagrancia en Quito, donde falleció. Más tarde dio a conocer que hay seis detenidos.
Villavicencio, periodista y ex miembro de la Asamblea Nacional disuelta en mayo por Lasso, aparecía segundo en la intención de voto con 13.2 por ciento para los comicios del día 20, detrás de la abogada Luisa González (con 26.6 por ciento), afín al ex mandatario Rafael Correa, según la más reciente encuesta de Cedatos.
El político, de 59 años, era una figura reconocida por haber denunciado en el pasado diversos casos de presunta corrupción gubernamental.
Al cierre de esta edición, las autoridades no tenían claridad sobre los responsables del atentado. El ex canciller Patricio Zuquilanda, asesor de la campaña del candidato, declaró a la agencia noticiosa Ap que Villavicencio recibió dos amenazas de muerte, “y a la tercera ha fallecido”, aunque no hizo precisiones.
La semana pasada, la víctima denunció en dos ocasiones amagos contra su vida y su equipo de campaña. “Pese a las nuevas amenazas, seguiremos luchando por la gente valiente de nuestro #Ecuador”, escribió Villavicencio en la red social X.
Citó que recibió una “gravísima amenaza” de Fito, quien encabeza la organización Los Choneros.
Según el periodista Jesús García (c) Los Choneros es un “grupo criminal operador del cártel de Sinaloa”. García añadió que “a Fito le secuestraron a una hija Los Lagartos, ligados al CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación)”.
En el último video en que se ve con vida a Villavicencio, se observa que sale del recinto donde se celebró el mitin político rodeado por policías, quienes le ayudan a ingresar a un vehículo. Antes de cerrar la puerta, se escuchan una serie de detonaciones de bala y gritos de los simpatizantes.
Zuquilanda relató que el candidato salió “protegido por sus guardaespaldas, sin embargo, ya dentro de la camioneta le dispararon y falleció de inmediato”.
El médico Carlos Figueroa, amigo de la víctima y que lo acompañaba en el momento del ataque, manifestó a la prensa que se realizaron unos 30 disparos.
Tras el atentado se registraron dos explosiones controladas por la policía en las inmediaciones del sitio donde se perpetró el asesinato. Más tarde, el movimiento Construye denunció que su sede fue atacada; no informó de víctimas.
La fiscalía dio a conocer que el atentado dejó nueve heridos, entre ellos una candidata a asambleísta y dos uniformados.
Los gobiernos de Brasil, Chile, Perú y Paraguay condenaron el asesinato.
Lasso convocó de inmediato al palacio presidencial a las máximas autoridades de las principales funciones del Estado para mantener una reunión urgente de seguridad.
Iván Saquicela, presidente de la Corte Nacional de Justicia, quien asistía a un consejo de seguridad de última hora convocada por el mandatario, aseveró al canal de televisión Ecuavisa que está “muy dolido” y que las medidas adoptadas han sido “insuficientes” y se debe “pedir respaldo internacional”.
La candidata Luisa González, que lidera las encuestas, aseveró que es muy triste la noticia. “Las diferencias políticas se resuelven en las urnas, no con violencia”, sostuvo, y afirmó que su partido, Revolución Ciudadana, se solidariza con Quito y con la familia de Villavicencio, “porque cuando tocan a uno nos tocan a todos”.
Pidió se investigue el crimen, y suspendió su acto de campaña en Carapungo.
Correa, en la red social X, publicó: “han asesinado a Fernando Villavicencio. Ecuador se ha convertido en un Estado fallido. Dueles Patria. Mi solidaridad con su familia y con todas las familias de las víctimas de la violencia. Los que pretenden sembrar aún más odio con esta nueva tragedia, ojalá entiendan que aquello sólo nos sigue destruyendo”
Una de las investigaciones periodísticas del político abatido llevó al banquillo a Correa, en uno de los casos más emblemático de lawfare en la región. Su reportaje escrito junto a su colega y amigo Christian Zurita destapó una supuesta trama de sobornos en la cual fueron implicados el ex mandatario y funcionarios de su gobierno que fueron acusados de haber recibido sobornos de empresarios.
Por ese caso, Correa, quien está refugiado en Bélgica y al que Villavicencio se refería como “el prófugo”, fue condenado en ausencia a ocho años de cárcel.
Villavicencio fue condenado a 18 meses de prisión por difamación debido a declaraciones contra Correa cuando era presidente. Huyó a territorio indígena dentro de Ecuador y luego recibió asilo en Perú. Volvió al país durante el gobierno de Lenín Moreno (2017-2021), quien se distanció de Correa.
Otros aspirantes a la presidencia, incluidos el ex vicepresidente Otto Sonnenholzner, el empresario socialcristiano Jan Topic y el candidato indígena Yaku Pérez, deploraron el asesinato.
Villavicencio estaba casado con Verónica Sarauz y tenía cinco hijas.
Ecuador vive desde hace más de dos años la peor crisis de seguridad y violencia en su historia. Cerró 2022 con la mayor tasa de muertes violentas al registrar 25.32 por cada 100 mil habitantes.
La gran mayoría de estos homicidios intencionales están asociados, según el gobierno, al crimen organizado y al narcotráfico, que ha ganado fuerza en la costa y ha convertido a los puertos ecuatorianos en grandes trampolines para la cocaína que llega a Europa y Norteamérica.