Roma. Un total de 41 personas, entre ellas tres niños, están desaparecidas en el mar Mediterráneo tras naufragar la semana pasada frente a las costas de Lampedusa, Italia. Su embarcación partió de Sfax, diminuta isla de Túnez, con 45 migrantes a bordo, anunció la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Italia ayer, al citar a cuatro sobrevivientes.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), el Fondo de Naciones Unidas para infancia (Unicef) y la Organización Mundial para las Migraciones (OIM) lamentaron el naufragio en un comunicado conjunto. La embarcación de metal volcó por el mal tiempo la madrugada del viernes.
“Esto demuestra la absoluta falta de escrúpulos de los traficantes, que exponen a los migrantes a altísimos riesgos de muerte en el mar”, denunciaron los organismos.
Los sobrevivientes: un menor no acompañado de 13 años, una mujer y dos hombres, fueron rescatados por un barco mercante y llevados a isla de Lampedusa. Provienen de Guinea y Costa de Marfil y se salvaron gracias a cámaras de aire en las que estuvieron a la deriva varios días. Declararon que había 45 personas en el barco.
Ante esta nueva tragedia, las tres agencias de la ONU reafirmaron “la necesidad de mecanismos coordinados de búsqueda y rescate”. La OIM, hasta antes de este último naufragio, contabilizó más de mil 800 muertes en la ruta de Túnez a Lampedusa en lo que va del año.
Al menos 27 indocumentados, que se cree procedían de la región de África subsahariana, fallecieron en los últimos días en el desierto occidental de Libia, cerca de la frontera con Túnez, informaron autoridades. Sin precisar la cifra, se dio a conocer que varias personas fueron encontradas con vida y reciben atención médica.
El flujo de migrantes por el Darién no se detiene: OIM
Por otra parte, la migración hacia Estados Unidos a través de la selva del Darién, en la frontera entre Panamá y Colombia, no se va a detener, a pesar de las nuevas regulaciones de Washington y de los peligros de la ruta donde las muertes van en aumento, declaró Giuseppe Loprete, jefe de la misión de la OIM en Panamá. “En los próximos meses tenemos que prepararnos para lo peor”, advirtió.
La frontera natural del Darién, de 266 kilómetros de largo y 575 mil hectáreas de superficie, se ha convertido en un corredor para los migrantes sudamericanos que tratan de llegar a Estados Unidos.
Según el departamento de Migración de Panamá, desde el pasado 1º de enero hasta el martes pasado, más de 267 mil personas cruzaron el Darién, pese a que Estados Unidos advirtió que no los recibirá si no cumplen requisitos que incluyen hacer cita en una aplicación de Internet.
La cifra sobrepasa la de todo el año pasado, cuando 248 mil migrantes atravesaron la jungla panameña.
De acuerdo con el director del Instituto de Medicina Legal de Panamá, José Vicente Pachar, el año pasado hubo 62 decesos de migrantes, y en lo que va de 2023 ya son 71.
El Darién está lleno de peligros con bestias salvajes, ríos caudalosos y bandas criminales que roban a los migrantes o les exigen pagos para guiarlos en su ruta. Las autoridades consideran que hay fallecimientos que no se registran porque los cuerpos se pierden en la selva o son devorados por animales.