Madrid. En la compleja aritmética parlamentaria que arrojaron las elecciones generales del pasado 23 de julio, hay un partido, Junts per Catalunya (JxCat), que todos sitúan como uno de los que tienen la llave para formar el futuro gobierno del país, pero hasta ahora no se ha comprometido a apoyar a ninguno de los dos bloques más votados.
Laura Borrás, presidenta de la formación nacionalista, instó al mandatario en funciones y candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, a “moverse” para desbloquear la investidura, pero sobre todo a “negociar la solución del conficto que España mantiene con Cataluña”.
El PSOE fue el segundo partido más votado, con 121 diputados, detrás del derechista Partido Popular (PP), que tiene 137; sin embargo, es la formación política que tiene más opciones de sacar adelante una mayoría de gobierno, apoyada tanto por sus socios de la actual coalición, ahora denominada Sumar, con 31 diputados –antes Unidas Podemos–, a los que se añadirían los escaños de los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, que en conjunto suman 26, incluidos los siete de JxCat.
Sólo así superaría los 176 diputados que exige la mayoría absoluta para sacar adelante la investidura en primera votación. Bajo este escenario, el partido catalán está a la espera de los movimientos de Sánchez, quien sigue de vacaciones.
Borrás, acusada de corrupción cuando era consejera de Cultura en Cataluña, preguntó al jefe de gobierno “si está dispuesto a hablar de autodeterminación y amnistía”, dos de los principales reclamos del nacionalismo en su conjunto, y de JxCat en particular.
En un mensaje, explicó que “mucha gente se pregunta qué haremos nosotros, pero creo que la pregunta es qué hará Pedro Sánchez”. Reconoció que desde JxCat “no tienen ningún interés en negociar la investidura de un presidente español, sino que tienen todo el interés en negociar la resolución del conflicto de España con Cataluña”.
Mientras tanto, en las negociaciones abiertas para la formación de un gobierno en Navarra a raíz de las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo, la socialista María Chivite finalmente logró un pacto de gobierno con la coliación de partidos nacionalistas de izquierda Geroa Bai y Contigo Zurekin.
Este pacto requiere de la abstención de los diputados de EH-Bildu, que en principio se mostraron abiertos a hacerlo, pero explicaron que antes harán una consulta a sus bases.
En otro asunto, en el corazón del partido de extrema derecha Vox se registró una fractura de relevancia, con la dimisión a su escaño y de sus cargos del que hasta ahora era el vocero del grupo Parlamentario, Iván Espinosa de los Monteros.
La decisión demuestra la división que persiste desde hace meses en Vox: por un lado, los ultraliberales y pragmáticos, que estaban encabezados por Espinosa de los Monteros, y, por el otro, los nuevos falangistas, inspirados por la agrupación ultracatólica mexicana El Yunque, que abogan por una “revolución cultural” contra lo que ellos llaman “las imposiciones” de “la izquierda y los progres”.
