La pintura de Filogonio Naxín es una expresión potente y libre de formalismos. Un acto de resistencia, una defensa de la cultura y la lengua mazatecas, dice él, pero también una invitación que se vale de explosivos colores y seres fantásticos, por momentos grotescos, para cuestionar la naturaleza humana y la relación que mantenemos con los otros y el entorno.
En el sitio de Memórica: México, haz memoria (memoricamexico.gob.mx), del Archivo General de la Nación (AGN), se muestra una exposición retrospectiva dedicada a ese artista mazateco (Mazatlán Villa de Flores, Oaxaca, 1986), en el contexto de la conmemoración del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se celebra hoy.
Los mundos de Filogonio Naxín está conformada por 38 obras en las que el autor plasma de manera crítica su visión de resistencia y arte, así como su sentido profundo de pertenencia y el derecho a la memoria de los pueblos originarios.
Bajo la curaduría de Álvaro Rodríguez Luévano, quien contó con la asistencia de Cristal Mora, también autora de las fotografías que configuran la muestra, es una retrospectiva que abarca desde 2014 hasta 2022, en la cual se pueden apreciarse técnicas acrílicas y naturales, mixtas, acuarelas, monotipias, grabados, collages y cómic.
El recorrido consta de cuatro salas: Colores, Sueños, Personajes y Animales, en las que se da cuenta de la interacción del pintor con su cultura, su cosmovisión y la manera en que hace patente su orgullo y la defensa de esos legados, al igual que de su lengua materna, el mazateco.
Con más de 10 años de trayectoria, Filogonio Naxín cuenta a La Jornada que no ha sido un camino fácil, en primer lugar porque hasta la fecha no domina completamente el español, no obstante de que estudió en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. Pero, sobre todo, por los prejuicios, la discriminación y el racismo que, asegura, aún prevalecen en el medio.
“Es algo que no se entiende, porque se supone que estamos en una actualidad en la que ya deberíamos compartir lo que somos: seres vivos. Pero siguen muy vigentes esos temas. Creo que tienen que ver con la educación. Dedicarse al arte y pertenecer a un pueblo originario es ser doblemente discriminado”, señala el artista, quien aclara que su primera lengua es el mazateco, la segunda la pintura y la tercera el español.
Destaca que la pintura, al ser un lenguaje universal, le ha servido de refugio y plataforma para reflexionar sobre diversos aspectos de la vida y el comportamiento humanos.
“Mi obra es un cuestionamiento a lo humano; por ejemplo, a esa ignorancia que nos distingue, no la ignorancia de no saber, sino de sentirse superior o mejor a los otros. Es una obra en la que hay muchos colores y que aborda, desde mi cosmovisión, eso que somos: los colores de la naturaleza. No somos nadie para seguir tratando de dividir al ser humano, que si uno es verde, azul, rojo o negro; todos al final somos colores.