Lisboa. El papa Francisco clausuró ayer la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con un discurso que evocó el de “tengo un sueño” del predicador estadunidense Martin Luther King, en el cual expresó su anhelo por la paz mundial, y en especial para Ucrania.
Alrededor de millón y medio de personas asistieron a su misa de clausura de la JMJ en la capital portuguesa, de acuerdo con el Vaticano, que citó cifras de las autoridades locales.
El pontífice, de 86 años, instó a los jóvenes a llevar a casa las experiencias fraternas de los seis días de fiesta y aplicarlas a su vida cotidiana. “Queridos amigos, permitan que este anciano comparta con ustedes, jóvenes, un sueño que llevo dentro: el de la paz.
Pidió a la multitud que pensara en los jóvenes que no podían acudir al acto debido a los numerosos conflictos armados y guerras del mundo, y añadió: “Siento un gran dolor por la querida Ucrania, que sigue sufriendo mucho”.
A bordo del avión que lo llevó de regreso a Roma, Jorge Mario Bergoglio declaró a periodistas: “el Mediterráneo es un cementerio”, en alusión a los migrantes que a diario mueren al tratar de llegar en precarias embarcaciones a Europa a través de peligrosas rutas marítimas.
Agregó que, no obstante, “el cementerio más grande es el norte de África”, en referencia al desierto entre Túnez y Libia, donde han sido abandonados a su suerte decenas de migrantes.