Lara Maia teclea con prisa en su computadora portátil, apoyada sobre el escritorio que ocupa un hueco entre el refrigerador y el armario, frente a la cama colocada contra la pared. En su departamento de 16 metros cuadrados esta brasileña residente de Sao Paulo se las arregla para vivir y trabajar.
“No necesito más: estoy cerca de todo y siento la libertad de irme cuando quiera con unas pocas maletas”, dice a la Afp esta informática de 34 años mientras contempla el atardecer sobre los rascacielos del centro paulista desde el piso 16. Ubicado en el barrio Bela Vista, junto al corazón de la ciudad, este microdepartamento refleja una tendencia creciente en años recientes en la urbe más poblada de Latinoamérica y en otras de Brasil, donde las viviendas del tamaño de cuartos de hotel se multiplicaron.
Aunque ya es habitual en grandes capitales del mundo, en Sao Paulo el boom de los departamentos residenciales de hasta 30 metros cuadrados es más reciente: entre 2016 y 2022 la oferta trepó de 461 unidades a 16 mil 261, un 21 por ciento del total, según el Sindicato de Vivienda del estado. Un flujo de inversiones hacia el sector e incentivos del plan de urbanización impulsaron el mercado de estos apartamentos en esa ciudad de 11.5 millones de habitantes.
Algunos, con muebles encajados como piezas de tetris o la cocina a centímetros del baño, se volvieron objeto de bromas virales en redes sociales, donde un usuario los denominó Cautiverio gourmet. Eso no ahuyentó la demanda, compuesta principalmente por adultos de entre 20 y 39 años, según una encuesta de la inmobiliaria digital Quinto Andar.
“Son jóvenes profesionales –de clase media y media alta–, iniciando su carrera, mayormente solteros, atraídos por inmuebles modernos y bien ubicados, cerca de los trabajos o conexiones de transporte público”, algo muy valioso en una ciudad con tránsito caótico, describe Ely Wertheim, ejecutivo de Secovi-SP.
Criada en una casa amplia en Baurú, municipio del interior paulista, Maia reconoce que “podría conseguir un apartamento más grande” en otro barrio por los 2 mil 300 reales (casi 475 dólares) mensuales que paga por su miniestudio. Sin embargo, renuncia a metros para estar cerca de su familia y de su trabajo presencial, que intercala con remoto.
Al final de la jornada de teletrabajo, cierra la pantalla y prepara un té con una tostada que calienta en su única sartén sobre un horno eléctrico. Después, despliega una mesa rodante escondida bajo el escritorio y se sienta a comer. “En un espacio tan pequeño uno aprende a desprenderse de muchas cosas y cambia la percepción sobre lo que necesita”, señala Maia, adaptada a un estilo de vida más minimalista y sustentable.
Rodger Campos, economista de la plataforma Loft, compara a Sao Paulo, la quinta mayor ciudad del mundo, con otras como Nueva York o Tokio, donde abundan los microdepartamentos: “Tiene densidad (concentración) de población, conexión global, y es un polo de trabajo, salud y educación”. Mientras un funcionario municipal señala que la inundación de microviviendas se explica por las tasas de interés, que registraron una baja entre 2018 y 2021.
Afp