De nueva cuenta emerge el submarino soviético que cinco años atrás entregó el oro de Moscú, en el malecón del puerto de Veracruz, al entonces candidato presidencial Andrés Manuelovich López Obrador. Ahora, sigilosa, la nave roja arriba a territorio mexicano para dotar a su gobierno de toneladas de material propagandístico con el fin de que la 4T inocule el “virus del comunismo” a los mexicanos, quienes ni cuenta se darán. Qué barbaridad: otra vez lo agarraron con las manos en la masa.
Pero para eso está la siempre vigilante ultraderecha autóctona que de inmediato registró esa nefasta entrega y echó a caminar oootraaa campaña propagandística –con el junior, sus cipayos partidistas y sus sicarios mediáticos a la cabeza– para acabar con esa afrenta a la muy digna, católica y apostólica República eclesiástica mexicana. Y vencerá, porque ¡el altísimo los guía y vencerá! ¡Aleluya!, amén de que, como muestra de lo avanzados que son, los panistas ya exigen que se quemen los libros infectados. ¡ Heil!
Cinco años atrás, el ahora presidente comunista de México públicamente asumió que “vivo del oro de Moscú… En realidad vivo del loro, uno que tengo allá en Palenque” y sin decoro alguno reconoció que se mantenía en espera del arribo del submarino ruso, de esos enormes y nucleares. De hecho, en el video que entonces grabó en el malecón jarocho, Andrés Manuelovich no pudo evitar que, a punto de emerger, se alcanzara a ver una parte de la hoz y el martillo grabada en el periscopio de esa deleznable nave de guerra propagandística. ¡Qué horror!
Toneladas de libros de texto gratuitos–tantas como para infectar a millones de niños en edad escolar– que portan el “virus del comunismo” (Ricardo Salinas Pliego: ¡qué grande eres! Y ¡qué buenos merolicos contratas!) terminarán en miles de aulas sin que los educandos y sus padres tengan la menor noción de la enfermedad que están a punto de sufrir. ¡Asesinos ideológicos!
Pero como Andrés Manuelovich es un cínico, en la mañanera de ayer no sólo se refirió a este tenebroso asunto, sino que se burló de él: “¡esta noche, en Hechos, llegan los ovnis a Nueva York… Quieren volver comunistas a los niños mexicanos!”, y de forma impúdica subrayó: “le ofrezco disculpas a mi amigo (Javier) Alatorre, pero es que se están pasando con eso del comunismo y los libros de texto. En la mayoría de los casos ni siquiera los han leído, es un rechazo por consigna y, sobre todo, por la carga ideológica. Es mucho el conservadurismo de algunas personas, los obnubila. Entonces ven comunistas por todos lados, así como los ovnis”.
Y con la hoz y el martillo de fondo, el comunista de Palacio Nacional pidió que en pantalla difundieran la canción “Los marcianos llegaron ya”, para continuar “con la burla de la cobertura de Tv Azteca sobre los libros de texto, y –desvergonzado que es– cantó una parte de la melodía. Son nuestros amigos, no tenemos enemigos ni queremos tenerlos. Tenemos adversarios que tienen un pensamiento conservador”, dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Sobre los libros de texto gratuitos, el heredero de Marx, disfrazado de Presidente de la República, dijo que “no hay de qué preocuparse; están muy bien hechos, por especialistas, pedagogos, pero sobre todo participaron maestros, Fue todo un proceso, se dieron a conocer los lineamiento y luego la elaboración de los libros y hay que esperar a que se conozcan porque hasta se anticiparon con esta campaña. No es nada nuevo”.
Explicó que la intención es “poner los libros en correspondencia con la nueva realidad; nos llevó tiempo... Participaron muchísimos especialistas hasta tener los libros. Desde luego pueden ser perfectibles pero están bien hechos. Sus contenidos son muy buenos y el propósito es que haya una educación científica y al mismo tiempo humanística, pero va a seguir la polémica y qué bueno, porque va a ayudar muchos al debate y les vamos a ganar”.
De cereza, el rojo de Palacio cuestionó “posturas radicales como la del presidente del PAN, Marko Cortés, quien llama a arrancar las hojas, cuando ni siquiera los han visto; es mucho el atraso” (tanto, como siete siglos, cuando menos).
Y el reclamo, marca Hitler, del obispo blanquiazul se basa en la “carga ideológica y sexual” de los libros de texto gratuitos, que “son cartillas de propaganda ideológica”. ¡Cómo hace falta la Inquisición!, carajo.
Las rebanadas del pastel
¡Lástima!: a la hora de “evitar” la “carga sexual” en esos libros comunistas, no pidieron la opinión de los sempiternamente impunes curas pederastas, que son muchos y de eso saben un rato.
Twitter: @cafevega