Uno de los resultados importantes de la Encuesta Ingreso-Gasto de 2022 es que la desigualdad en el país se redujo significativamente en este gobierno. La ENIGH confirma que hay avances es un aspecto decisivo en el país. El grado de avance puede medirse de diversas maneras, pero lo que importa no sólo es cuánto avanzamos, sino cuánto falta en el camino para conseguir un país menos desigual. Se trata de proponer lo que sigue para consolidar lo alcanzado. Para ello es necesario saber lo que medimos y proponernos metas que todos podamos conocer y, en consecuencia, reconocer las que se vayan logrando.
Hay diversas maneras de medir la desigualdad. Existe el índice de Gini, que compara concentraciones de ingreso, donde uno es concentración absoluta y cero es una distribución perfectamente equitativa. De acuerdo con este índice, que se usa en todo el mundo y permite comparaciones internacionales relevantes, ha habido una mejora notable: en 2016 el Gini mexicano fue de 0.448 y en 2022 se redujo a 0.402. Además, pueden hacerse otras mediciones que se hacen comparando el ingreso del decil X (el de mayores ingresos) respecto al I (el que registra los menores ingresos), o de ese 10 por ciento más rico respecto al 20, 30, 40 o 50 por ciento de la población con menores ingresos.
El resultado más significativo para afirmar que se ha reducido la desigualdad es la relación entre los ingresos del decil X y los del decil I: en 2016 el dato fue de 20.75, lo que quiere decir que el 10 por ciento más rico de la población tuvo ingresos 20.75 veces mayores que los del 10 por ciento más pobre. En 2022 se redujo a 14.96 veces. Esta reducción de la distancia entre los ingresos respectivos se explica por dos razones: primera, el ingreso promedio del 10 por ciento más pobre creció de 3 mil 713 pesos mensuales a 4 mil 470. Se trata de un aumento que tiene que ver con el incremento a los salarios mínimos, con los programas sociales, con las remesas recibidas. Segunda razón, los ingresos de los más ricos disminuyeron al pasar de 77 mil 75 al mes a 66 mil 898.
De modo que el ingreso promedio del decil más pobre aumentó 20.37 por ciento, en tanto que el de los más ricos disminuyó 13.2 por ciento. El aumento del ingreso de los pobres se explica por decisiones gubernamentales, mientras que la disminución del de los ricos tiene que ver con decisiones privadas. Otra comparación importante es la evolución de la “tasa Palma”, que mide la relación entre el ingreso del decil X con los ingresos del 40 por ciento más pobre, es decir, los deciles I al IV. Una tasa Palma de uno representa un ideal distributivo que han alcanzado o están muy cerca de él los países más igualitarios: los escandinavos, Japón y Canadá.
Esta tasa Palma en México pasó de 2.60 en 2016 a 1.99 en 2022. Esto muestra que la mejora distributiva abarca no sólo al 10 por ciento más pobre, sino que llega hasta el 40 por ciento pobre. Para este segmento de hogares ha habido mejoras en su situación que se muestran en el incremento de sus ingresos promedio: el decil I aumentó 20.38 por ciento entre 2016 y 2022, el II lo hizo en 15.67, el III en 13.13 y el IV en 11.85. Estos cuatro deciles aumentaron más o menos sus ingresos en función de su ubicación distributiva. La tasa Palma mexicana muestra que hemos mejorado sustancialmente, aunque por supuesto estamos lejos del ideal de uno.
Otro indicador de la desigualdad es la regional. La ENIGH ofrece información que muestra que en este aspecto también ha habido mejoras significativas. Los ingresos promedio trimestrales de los hogares de estados más pobres crecieron más rápido que el de los estados más ricos, lo que se explica por decisiones del gobierno federal que han ubicado los grandes proyectos de inversión pública de este gobierno en entidades con mayores rezagos.
Queda claro que hay camino por recorrer. En este sentido es posible señalar que, como lo ha hecho Joseph E. Stiglitz en diversos artículos, los países deben plantearse la meta de que los ingresos después de los impuestos del 10 por ciento más rico no sean mayores que los ingresos después de las transferencias gubernamentales del 40 por ciento más pobre de la población. El avance nacional hacia este objetivo debiera ser supervisado por una comisión ciudadana que reporte la situación. Se trata no sólo de corregir la desigualdad, sino de involucrar a la población en el conocimiento de los avances. Un propósito explícito para el sexenio 2025-2031 podría ser que la tasa Palma en 2031 pudiera ubicarse entre 1.4 y 1.6, lo que indicaría que el ingreso del 10 por ciento más rico sólo fuera entre 40 y 60 por ciento mayor que el del 30 por ciento de la población más pobre.