Sólo un pequeño porcentaje de las empresas familiares supera el cambio generacional. Cuando muere el fundador, sus descendientes venden o pierden los activos por falta de interés o de experiencia.
Sorprenden los pequeños negocios que sobreviven más de dos generaciones en manos de la misma familia y más que perduran durante siglos.
El caso de las librerías es digno de mención, porque hay historias centenarias. La más antigua, con operaciones ininterrumpidas hasta la fecha, es Livraria Bertrand, inaugurada en 1732 en Lisboa, Portugal. En el caso de América la que tiene más años de operación es Moravian Book Shop creada en 1745, en Bethlehem, Pensilvania, Estados Unidos.
Entre los países de habla hispana, México cuenta con la más antigua; se trata de Librería Retes ubicada en Tepic, Nayarit y fundada en pleno proceso de Independencia en 1821 y le sigue la española Hijos de Santiago Rodríguez, fundada en Burgos en 1850.
Como dato curioso, en Librería Retes trabajó Amado Nervo en su juventud como linotipista, ya que además de la venta de libros se dedicaba a la impresión de textos. La española Hijos de Santiago Rodríguez también contaba con su propia imprenta. Es interesante señalar que estas librerías no se encuentran en ciudades grandes, sino en urbes de tamaño medio y que, por lo tanto, no cuentan con un mercado masivo.
Pero lo más sorprendente de estas dos librerías centenarias es que permanecen hasta la fecha bajo el mando de la misma familia desde su fundación, a diferencia del resto de empresas señaladas que han cambiado de dueños.
Las librerías familiares centenarias tienen un “espíritu” especial. Generalmente los fundadores son apasionados de las letras, de la escritura o la lectura, de la difusión de la cultura y del cuidado de los libros. Ese gusto se transmite de generación en generación y, aunque no obtienen ganancias espectaculares, los descendientes permanecen con orgullo al frente de estos proyectos.
Estas librerías no siempre han sido rentables. Han pasado por tiempos difíciles. Además, le han hecho frente a cambios culturales y tecnológicos, como ahora sucede con Internet.
De lo que no hay duda es que estas añejas librerías han sido grandes difusoras de la cultura a lo largo de la historia.