La compañía yucateca Créssida Danza Contemporánea, fundada y dirigida por la regiomontana Lourdes Luna, celebrará en la sala principal del Palacio de Bellas Artes tres lustros de existencia, el 3 de agosto a las 20 horas, con el estreno en la Ciudad de México de la obra De barro y miel, con siete bailarines en escena.
La coreografía, de 55 minutos de duración, con música original del yucateco David Cano, es la última de una trilogía inspirada en el impacto que significó el traslado geográfico de Luna hace 20 años, “de norte a sur”, a la vez que evoca lo profundo de la cultura maya. La agrupación se presenta como parte de la Temporada de Danza Contemporánea: Palacio en Movimiento 2023.
En 2019, Luna recibió una beca de tres años del Sistema Nacional de Creadores para realizar igual número de coreografías inspiradas en lo que ha significado vivir en el sureste del país, cambio que la impactó de diversas maneras.
La primera obra se llama Nah’, que significa “casa” en maya, y la segunda, Noche de luciérnagas, “pieza que hicimos cuando terminaba la pandemia y regresamos a los escenarios. Fue la celebración de una fiesta”.
Para Luna, De barro y miel habla desde una perspectiva más simbólica y mística sobre la cultura, la tradición y los habitantes de la región. Desde que la coreógrafa llegó a Mérida se interesó por visitar diferentes comunidades del estado y conocer cómo se mueven, cuáles son sus valores, de dónde viene la fortaleza para trabajar y vivir allí.
“En esta región del país, sobre todo en las partes alejadas, la movilidad es complicada, el trabajo, tener acceso a cosas como la cultura; desde luego, la educación, además de la buena alimentación. En algunos viajes que hemos tenido como compañía, entre otros proyectos, he recogido elementos y herramientas creativas que me han permitido hacer la pieza.”
De barro y miel es la visión de Luna respecto de estos elementos que le parecen de “valor incalculable”, como el “poder que tiene la tierra en la región, cómo las personas la respetan y cuidan”. También el tema de la comunidad y la familia; es decir, “esta necesidad de estar cohesionado, de ayudar y acompañar. Son muchos los elementos integrados en la pieza, aunque, concretamente, los hemos vaciado en una sola idea que tiene que ver con la familia y una comunidad que se tiene que mover por diversas razones. Es una movilidad forzada en busca de nuevos horizontes”.
La puesta en escena comprende un particular trabajo visual. Al estar inspirada en la región, uno de los elementos característicos es la selva; es decir, sus paisajes y su tierra. Entonces, se desarrolló una estética de videomapping inspirado en eso.
–¿Qué significa ser una compañía de danza en Yucatán?
Luna, quien en dos ocasiones ha recibido el Premio Nacional de Danza Inbal-UAM (1993 y 1999), responde: “Cuando vine a vivir a Mérida, la danza todavía estaba emergiendo. A partir de estar aquí hemos desarrollado muchos proyectos que han ayudado a que se expanda. No sólo fundamos la compañía, sino una escuela profesional y un festival nacional de danza. Desde estos tres ejes abarcamos la difusión y promoción de la danza en la región.
“Actualmente, existen compañías relevantes que son beneficiadas por el programa México en Escena, que significa e impacta en el desarrollo nacional. Finalmente, somos de provincia, no podemos dejar esta etiqueta; entonces, la lucha constante ha sido tener movilidad y presencia hacia el resto del país”; incluso, en el extranjero: “Desde 2010 emprendimos nuestra labor hacia la internacionalización y hemos tenido algunas giras hacia el exterior”.
Los 15 años que tiene la compañía han sido de labor y trabajo que, según Luna, ha repercutido en que las personas “se interesen en colaborar con nuestros proyectos”. En estos tres lustros la modalidad del trabajo ha variado: “Al principio, yo ponía las obras. De unos años para acá, esta parte creativa se ha abierto a los integrantes de la compañía y hacia coreógrafos invitados”.