Ni los libros digitales ni el auge de dispositivos de inteligencia artificial han abatido la existencia de las tradicionales librerías de viejo, que en la Ciudad de México no sólo ofrecen títulos y colecciones antiguas, sino, algunas veces, ejemplares incunables.
Estos últimos tienen un inmenso valor en el mercado, pues su precio “depende de la calidad del libro, de la demanda. Por ejemplo, si estamos hablando de una Biblia de Gutenberg puede alcanzar millones de pesos”, explicó en entrevista con La Jornada, Juan López Casillas, dueño de la librería Regia.
Los incunables son tesoros para coleccionistas, textos que surgieron en el siglo XV. “Incunable significa en la cuna de la técnica en la que se crearon los libros, que es la imprenta con tipos móviles”, detalló el librero. Además, explicó que debido a su rareza, en ocasiones sólo circula un solo ejemplar, como el que llegó a contar en su oferta: Crónicas de Núremberg, por Hartmann Schedel, de 1492.
Sin embargo, adquirir un incunable es complicado, pues “no son aptos para el bolsillo de cualquiera”. Son libros difíciles de conseguir y de mantener en oferta, sobre todo porque no cualquier persona entra a buscarlos directamente. Los principales consumidores son “fundaciones, bibliotecas privadas; incluso, personajes de la burocracia han llegado en camionetas a buscarlos. Son personas que tienen un presupuesto para este tipo de libros”, apuntó Aldo Casillas, sobrino de Ubaldo López Casillas, propietario de la librería Selecta.
Esas librerías de viejo se encuentran en la calle Donceles, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, entre la antigua sede de la Cámara de Diputados y el cruce con República de Brasil, y pertenecen a una sola familia, los López Casillas, cuya una tradición se remonta a Bertha Casillas, quien junto con su hermano comenzó a comprar y vender libros desde muy joven. Con el tiempo, se le uniría su esposo, Ubaldo López. Ellos no fueron los únicos, los Casillas, hermanos de la señora Bertha, también fueron libreros.
De la compra de libros de segunda mano, las librerías de viejo poseen un “acervo básico” que incluye títulos de literatura, derecho, matemáticas, temas religiosos, así como publicaciones periódicas y enciclopedias. No obstante, más allá de los estantes repletos de libros viejos que buscan una segunda oportunidad, se encuentran los textos “antiguos”, ejemplares publicados entre del siglo XVI y el XX, que tienen también un mercado muy específico, pero limitado.
Con 60 años de experiencia en la tradición familiar, Juan López rememoró su infancia, época “en que los libros antiguos se vendían muy bien en la Lagunilla. Había muchísimos clientes, incluso los intelectuales recurrían mucho a esas librerías de usado ubicadas en aquel barrio”.
Añadió que hay un “problema grave” con la compraventa de este material, pues en la actualidad “hay poca demanda. Puedo vender mil libros de ediciones relativamente actuales, y de las ediciones antiguas vender uno... o ninguno. Por ejemplo, este libro viejo, La moda elegante, es una revista muy bonita que se publicó en el siglo XIX. Es caro y muy bello, pero su demanda es muy poca”.
Subastas y precios inflados
Las subastas también afectan la compraventa en las librerías de Donceles, pues en las pujas se ofrecen ejemplares de mucho valor, pero con una demanda tan baja que pueden llegar a rematarlo en 2 mil pesos porque nadie más ofrece más, y esa cantidad a veces está muy por debajo de su costo real. También se presenta el caso de textos “que no son tan valiosos y se venden a precios estratosféricos, porque hay dos o tres personas que están buscando el mismo ejemplar; entonces, el precio se altera artificialmente”, puntualizó Juan López.
En la librería Regia se encuentran libros como Description Historique et Geographique de la France, de D. Godefroy, J. LeGrand y Cardinal AH de Fleury, de 1722, en 50 mil pesos; Romancero pintoresco o Colección de nuestros mejores romances antiguos, de Juan Eugenio Hartzenbursch, de 1848, en 20 mil pesos; Semanario de las señoritas mejicanas: Educación científica, moral y literaria del bello sexo, de 1841, en 15 mil pesos; La arquitectura en México: Iglesias, de Antonio Cortes de 1914, 30 mil pesos, e Incidentes melódicos del mundo irracional, de Juan de la Cabada, de 1944, en 10 mil pesos.
Cada establecimiento tiene su historia e inventario. Por ejemplo, la librería Selecta llegó a tener la primera edición de Las antigüedades mexicanas, de Manuel Peñafiel, texto del siglo XIX firmado por Porfirio Díaz y personalidades de la época que autorizaron su publicación.
También cuentan con un libro de José Guadalupe Posada, ejemplar que incluye un grabado original y su certificado.
Los títulos viejos, antiguos o incunables no son el único tesoro que tienen las librerías de usado, entre su colección se pueden encontrar textos con dedicatorias o autógrafos curiosos: Juan López tuvo entre su acervo las firmas de Juan Rulfo, León Trotsky y de Norah Borges, hermana del escritor Jorge Luis Borges.