En las Américas la comunidad LGBT+ “somos entre 5 y 10 por ciento de la población”; sin embargo, su representación política en instancias de gobierno, congresos o parlamentos es “menos de uno por ciento”, dijo a este medio Jessica Stern, enviada especial de Estados Unidos para el avance de los derechos humanos de este sector.
La subrepresentación política “es un problema”, porque en esos espacios faltan quienes “entienden y conocen las experiencias y la situación de la comunidad.
“Cuando hay representación de todos los sectores existen programas, políticas públicas y leyes que reflejan las necesidades de todas las personas” y “si hubiera representación proporcional (de acuerdo con el porcentaje de población LGBT+), tendríamos gobiernos diferentes, más leyes contra la violencia de género y doméstica, sobre identidad de género y educación incluyente. Lamentablemente, aún estamos muy lejos”.
Entrevistada durante el sexto encuentro de Liderazgos Políticos LGBT+ de las Américas y el Caribe, destacó que “para tener una democracia real, debe haber inclusión de todos los sectores, entre ellos la población LGBT+” y la existencia de una “prensa libre que escuche a las voces de la diversidad, representación en las instancias de gobierno y eliminación de los discursos de odio”.
“Tampoco hay democracia verdadera si una persona trans o no binaria no puede votar con su identificación; necesitamos una democracia que piense en las necesidades de todas las personas”, dijo, y criticó que cuando miembros de la diversidad obtienen candidaturas, “reciben amenazas, menos dinero para campañas, menos atención de la prensa o se les deshumaniza; hay muchos obstáculos para las personas heterosexuales y cisgénero.”
En su trabajo ha constatado la baja representación política de las personas LGBT+, asegura. “A veces sólo me reúno con una que está en el Congreso y en algunos países no hay ninguna” o si los hay, no han declarado abiertamente su pertenencia a la comunidad.