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Política

2023-07-29 08:38

La última batalla de Paquita Calvo

'Paquita', durante la entrevista con 'La Jornada' en la Ciudad de México, el 20 de febrero pasado. Foto María Luisa Severiano
'Paquita', durante la entrevista con 'La Jornada' en la Ciudad de México, el 20 de febrero pasado. Foto María Luisa Severiano

Francisca Victoria Calvo Zapata, la guerrillera que comandó el primer secuestro político en la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1971, murió ayer a los 83 años.

“Murió como vivió, siempre luchando. Durante 25 días resistió en terapia intensiva luego de padecer una larga enfermedad. Falleció cuando iba a ser dada de alta”, señaló su hijo Tomás Pliego Calvo.

En una entrevista reciente con este diario (20 de febrero pasado, la primera que concedió en 50 años), Paquita Calvo, como era conocida, habló de la acción guerrillera en la que participó, y que impactó fuertemente en su momento: “Nuestra lucha no fue en vano. Un error histórico, quizá. Un error necesario. Lo que hicimos había que hacerlo. Porque las masacres de Tlatelolco y del Jueves de Corpus no podían quedar impunes, con esas plazas, esas calles llenas de jóvenes asesinados. Eso no”.

Nacida un día de San Francisco, 4 de octubre de 1939, Paquita compartió aula y aventuras estudiantiles con Carlos Monsiváis en la preparatoria de San Ildefonso. Posteriormente entró a la Facultad de Derecho de la UNAM.

Medio siglo atrás, formó parte del Frente Urbano Zapatista (FUZ), el grupo insurgente que secuestró al funcionario y empresario Julio Hirschfeld Almada en tiempos de Luis Echeverría. Lo liberaron a cambio de un rescate de 3 millones de pesos de los de entonces. Meses antes habían robado la sucursal del Banco Nacional de México en la colonia Del Valle. El dinero obtenido se destinó a la compra de armas para los grupos guerrilleros que combatían en las montañas. Tenía 31 años.

El FUZ sólo duró activo tres años. Fue pionero del accionar guerrillero en la capital, en momentos en los que el Ejército negaba rotundamente la presencia de la insurgencia en el Distrito Federal. Todos sus militantes fueron capturados y torturados en el Campo Militar cinco meses después; les costó una sentencia de 30 años de cárcel. Cumplieron siete.

En la entrevista con La Jornada, se refirió a sus convicciones, de sus siete años en prisión, que resultaron fructíferos en su proceso de formación política, y del alto costo que tuvo en su vida personal la decisión de levantarse en armas. Antes de pasar a la clandestinidad, Paquita estudiaba derecho en la UNAM y su pareja Julio Pliego, el documentalista que recogió en cámara buena parte de las luchas populares del siglo XX (huelgas, marchas, mítines, asambleas) y que falleció hace 15 años. Pliego no siguió sus pasos en la lucha guerrillera, pero nunca se lo reprochó a su compañera.

Paquita relató con detalle lo duro que fue para ella, como madre, la separación de su hijo Tomás, a quien dejó cuando era muy pequeño bajo el cuidado de la abuela y con quien no volvió a vivir bajo el mismo techo sino hasta hace apenas tres años, ya con dos nietas.

Al salir de la cárcel formó parte del Movimiento de Acción Popular, que integraban Arnaldo Córdova, Rolando Cordera y otros. Posteriormente se incorporó al PSUM (Partido Socialista Unificado de México).

“Luego vino Cuauhtémoc Cárdenas. Después todo aquello se viene abajo. Empiezan las reyertas típicas. Ya no vi otras opciones y me alejé. Hasta ahora que tenemos la Cuarta Transformación”. Pliego, su hijo, recuerda: “Paquita fue obradorista de hueso colorado. Nunca dejó de ver una mañanera, hasta donde sus fuerzas se lo permitieron”.

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