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Cultura

2023-07-29 06:00

Pat Metheny nos regala una caja llena de sueños

Pat Metheny hace unos días en San Sebastián, en el País Vasco.
Pat Metheny hace unos días en San Sebastián, en el País Vasco. Afp
Periódico La Jornada
sábado 29 de julio de 2023 , p. 12a

El nuevo disco de Pat Metheny, Dream Box, es un ejercicio de lo esencial. Su virtud es la nobleza de lo simple, lo básico, lo primordial, lo sencillo.

En palabras del músico, “the focus here is on electric guitar, but maybe more to the point, quiet electric guitar”.

El vocablo inglés quiet tiene sinónimos igual de poderosos: peaceful, tranquil, calm, silent, relaxed, noiseless, still, soundless…

Lo esencial es poderoso y por eso no necesita adornos. De hecho, la música de Pat Metheny, que amamos tanto, carece todo el tiempo de adornos, elaboraciones, florituras. Es siempre directa y sencilla.

En su nuevo álbum llega lo esencial de lo esencial: el silencio.

Cuando Metheny dice: “Aquí el foco está puesto en la guitarra eléctrica, pero quizá para ser más directos, tenemos que decir que la atención está puesta en la guitarra quieta”, define la naturaleza más profunda de su música. Quiet significa tranquilo, pero también significa callado, sin sonido.

Esa es la esencia de ese disco: su sencillez nos conduce a los intersticios donde habita el espíritu de la música: el silencio, allí anida.

Escuchar Dream Box, el nuevo disco de Pat Metheny, nos conduce a la paz (peaceful), la calma (calm), la tranquilidad (tranquil), la quietud (still), el silencio (silent, noiseless, soundless), todos ellos sinónimos de quiet.

Toda música tiene su abrigo en el silencio, sin él no hay música, nunca. Es en el silencio donde sucede todo; para explicar la aparente paradoja, recurramos al filósofo Platón:

“El hombre es su alma. Y el alma es como el conjunto formado por un par de caballos alados y su auriga. En el caso de los dioses, los dos caballos son buenos; en el caso de los mortales, uno de ellos también es así, el otro es lo contrario.

“Gracias a sus alas, las almas de los dioses se mueven por la bóveda celeste y salen y se detienen sobre ella, hasta que el movimiento de rotación las vuelve a dejar en el mismo punto; durante esa instancia contemplan lo que está fuera del mundo sensible, lo ente (lo que es, lo que existe o puede existir), y ese es su festín y su regalo.

“Las almas de los hombres, por la dificultad de conducir el carro (uno de los dos caballos es egoísta) apenas logran sacar la cabeza fuera de la bóveda y ver, más o menos lo básico, lo esencial.”

He ahí. Los humanos podemos ver, sentir, escuchar lo esencial, y eso es la música de Pat Metheny, esencial. Su poder logra que los dos caballos de la auriga sean buenos y entonces podemos, los mortales, contemplar el todo, degustar el festín, recibir el regalo. Así de poderosa es esta música, porque es tranquila, quieta.

El disco Dream Box nació de parto natural. Pat Metheny tiene la costumbre de levantarse por las mañanas muy temprano y sentarse a escribir música, donde quiera que esté, y muchas veces está de viaje. Tan sólo en lo que va de este año ha ofrecido 160 conciertos en distintos puntos del planeta.

Un buen día, su querido amigo el contrabajista Charlie Haden (1937-2014) le recomendó que no dejara solamente en el papel pautado esos ejercicios, que los grabara, y fue así que Pat llegó a juntar en un fólder de su computadora unas 60 piezas que estaban ahí, como si nada, hasta que hubo una ocasión en que una musa tomó la forma de la curiosidad y eso bastó para que Metheny abriera el fólder y lo primero que encontró le gustó tanto que decidió grabar el disco entero.

“Acostumbro realizar grabaciones rápidas de distintos materiales –cuenta–: un tema que se me acaba de ocurrir, la prueba de sonido de una nueva guitarra, o una vieja guitarra que vuelvo a pulsar, algún tema de los conocidos como estándar, o simplemente bosquejos en busca de sonidos nuevos. Y todo eso lo ponía en un rincón de mi laptop con la consigna de nunca volver a escuchar esos materiales.”

En los tiempos muertos durante sus innumerables giras, Pat Metheny fue impelido por la musa de la curiosidad y se puso a abrir más archivos. El primero de ellos ya tenía título: From the Mountains. “Al escucharlo no podía dejar de preguntarme: ‘¿Cómo fue que logré algo así de hermoso?’”

Pat pasó de sorpresa en sorpresa y las sesiones de curiosidad se hicieron jornadas de trabajo. De esas sesiones de escucha fue naciendo la criatura: “Fui rascando gradualmente hasta encontrar todo un programa que fue emergiendo como un todo coherente. Descubrí que yo había encontrado, sin buscarlo, un objetivo, un destino no planeado, y me nació el impulso de compartir lo que estaba ahí durante años, sepultado, y vuelto a nacer”.

El resultado de la criba fueron nueve piezas favoritas de entre el arsenal resguardado. “Nunca había tocado ninguna de esas piezas, y otras no más de una vez en la vida. Podemos nombrarlas momentos en el tiempo. No tengo memoria de haberlas grabado. Simplemente aparecieron. Y lo que siguió refleja un método de grabación que comencé en la obra Unity Village: una parte inicial armónica atenuada con acordes seguidos por un segundo episodio de material melódico y de improvisación”.

Ese es el recurso del método de todo el disco. Esa estructura completa un sistema de repetición que en realidad nunca repite nada. Es el fluir de un río (Heráclito, ahí te hablan), el florear de una flor, la manera delicada como se dibuja tenuemente un arcoíris en el cielo. Así de hermosa es la música del nuevo disco de Pat Metheny.

El foco está en la guitarra callada, tranquila, apaciguada. Ese es un propósito que había perseguido durante años: lograr un toque en la guitarra eléctrica que eleve al estado de gracia de la dinámica frase-por-frase que ocurre de manera natural con un instrumento acústico. De hecho, usar una guitarra eléctrica de esta manera es más difícil que lo que acontece de manera natural con una guitarra acústica. Hay un paso más entre el toque del ejecutante y quien lo está escuchando que siempre hay que transitar con delicadeza.

El título del disco proviene del término técnico que usan los músicos para denominar la silueta, el portamento, el cuerpo de una guitarra eléctrica. El uso de ese término vernáculo permite hacer desfilar varios instrumentos con diferentes Dream Boxes, “incluyendo el prototipo de un nuevo instrumento en el que he estado trabajando con Ibanez y que reflejan mi interés en el tipo de instrumentos que datan de la preguerra y que tanto gustaban a Charlie Haden”.

Pero, en realidad, el propósito firme que persigue este disco es el que consiguió Pat: atrapar y plasmar los sueños: “Los sueños, en su sentido y naturaleza más amplia, son la verdadera vibración de este disco. Para mí, la música existe en su estado elusivo y logra su máximo esplendor cuando se descubre por sí misma, fuera de mi intención, y lo que sí es mi intención es que a través de esa libertad creativa, de esa naturalidad con la que nace la música, los escuchas encuentren sus propios sueños”.

He ahí la naturaleza de los sueños. He ahí la esencia de lo esencial: he ahí la belleza de Dream Box, el nuevo disco de Pat Metheny.

Todo en este álbum está en su sitio: la belleza de los títulos de las piezas: Las olas no son el océano; Desde las montañas; Confía en tus ángeles; Eso nunca fue amor; Me enamoro muy fácilmente; Las nubes no pueden empañar el cielo…

Dream Box: silueta de mujer, sombra, nube. Uno levanta la tapa de la caja y saltan los sueños, suenan, sueñan.

Ay, qué hermoso es el nuevo disco de Pat Metheny.

Twitter: @PabloEspinosaB

disquerolajornada@gmail.com

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