En México, referirse a la frontera remite de forma casi automática y exclusiva a la de la parte norte del territorio con Estados Unidos, ignorando que en el sur compartimos también una franja divisoria de 956 kilómetros con Guatemala, aunque establecida más por razones políticas que por vínculos históricos y culturales.
Así lo sostiene el antropólogo mexicano René Bustamante, quien documenta y resalta algunos de los puntos de contacto cultural e histórico que como mexicanos mantenemos con ese país sureño mediante la exposición Guatemala: Las tres conquistas, que será inaugurada hoy en el Centro de las Artes de San Agustín (CASA), en Etla, Oaxaca.
Abierta al público hasta el 22 de octubre en esa institución fundada por el fallecido pintor Francisco Toledo, en la galería Chalet, la muestra está conformada por 92 máscaras utilizadas en danzas tradicionales en aquella nación, así como más de 400 horquetas y representaciones de deidades de origen prehispánico, piezas provenientes de la colección personal del investigador.
Se trata de “un pequeño homenaje a ese país y traer a cuenta el valor histórico de sus herramientas culturales y la vigencia de los mecanismos de defensa que han dado continuidad a sus culturas ancestrales”, explica a La Jornada René Bustamante, quien ha dedicado varias décadas a investigar las danzas donde se utilizan máscaras, no sólo en México, sino en varias partes del mundo, como Guatemala y el resto de Centroamérica.
“Siempre toco en mi trabajo los aspectos sociales, políticos y económico. En el caso de Guatemala, pensamos muy poco en nuestra cercanía con ese país, que no sólo es geográfica, sino cultural, muy profunda. Por ejemplo, desde antes de la Conquista había un comercio bastante fluido con Oaxaca.”
La muestra está estructurada en tres ejes; el primero, dedicado a las cofradías, instituciones creadas por la Iglesia católica con fines religiosos, pero que fueron adaptadas por las comunidades mayas para funcionar más como una entidad política encargada de transmitir la cultura y la religión propias y sus valores, además de ser un contrapeso a la autoridad eclesiástica.
“Es una institución muy fuerte en Guatemala, encabezada por gente de prestigio y respeto de la comunidad, hombres o mujeres. Hasta la fecha, el sesenta y tantos por ciento de la población es de origen maya; entonces, la cofradía tiene un papel fundamental al encargarse de las fiestas patronales, donde se presentan las danzas y las máscaras”, explica el especialista.
“Las danzas siguen siendo el instrumento didáctico en las comunidades, pues enseñan muchos aspectos de la historia de los pueblos; hay varias durante el año, y es sorprendente que, a pesar de los cambios tan dramáticos y profundos en Guatemala desde la Conquista hasta la fecha, las danzas siguen con gran vitalidad. Una de las más importantes, como en México, es la relacionada con la Conquista, la danza de los moros y cristianos, traída al continente por Martín Cortes, hijo de Hernán Cortés, que representa ese choque brutal entre los españoles y la gente nativa de Guatemala.
“Noventa por ciento de la población nativa de ese territorio fue literalmente eliminada en la Conquista, en 1524. Apenas a finales de los años 50 y principios de los 60 del siglo XX se recuperaba esa población. De esa hecatombe física, económica, religiosa, en todos los niveles, se creó esa danza.”
El segundo eje lo conforma un amplio conjunto de horquetas a las que los guatemaltecos, según el experto, vuelcan una serie de símbolos importantes no sólo para la familia.
“Son obras de arte que caben en una mano, pero que tienen gran significado en la comunidad, sobre todo en la parte masculina, porque el padre lo transmite a los hijos. Las utilizan en la cacería para alimentarse y para cuidar de los animales los cultivos”, precisa Bustamante.
La tercera parte del recorrido está dedicada a representaciones de una figura ancestral muy importante para el pueblo guatemalteco: Maximón, deidad a la que el antropólogo denomina “la de los rostros múltiples”, ya que lo mismo alude a algo tangible como un ser, un cerro o una montaña, que a conceptos abstractos, como el mal o los vicios del alcohol y el tabaco.
“Es quizá la deidad más socorrida de Guatemala; la gente acude a ella no como figura católica, no obstante que tiene su correspondiente dentro de esa fe, en San Pascual; al contrario, es una forma de divorcio de esa religión para acudir a una deidad netamente prehispánica, aunque no tenemos datos concretos de ella antes de 1760.”
La muestra debe su título a la consideración del investigador de que Guatemala ha sufrido tres conquistas. La primera, a cargo de los españoles, en el siglo XVI; la segunda, en 1954, con “el brutal golpe” contra el gobierno socialista de Jacobo Árbenz, “con la intervención directa de Estados Unidos”, y la tercera, a mediados del siglo pasado, con “la invasión” de grupos evangélicos.