Cuernavaca, Mor., Vendedores de comida del poblado de Tres Marías, municipio de Huitzilac, aseguraron estar dispuestos a instalar cámaras de seguridad fuera de sus comercios, a un lado de la carretera federal y la autopista México-Cuernavaca, además de mejorar con recursos propios el alumbrado público, con tal de que los viajeros visiten sus establecimientos, como lo hacían antes de que aumentara la violencia.
En conferencia de prensa, Faustino Hinojosa García, dirigente de los comerciantes de la localidad, aseguró que las ventas se han desplomado entre 50 y 70 por ciento desde hace por lo menos cuatro meses a consecuencia de la presencia de bandas de talamontes, secuestradores y ladrones.
Atribuyó el problema a la ausencia de elementos federales, estatales y municipales y reprochó que, en lugar de hacer su trabajo, algunos funcionarios del gobierno del morenista Cuauhtémoc Blanco Bravo han recomendado a los automovilistas que no se detengan en Tres Marías para evitar ser víctimas de algún delito.
Hinojosa García señaló que se han unido los más de 200 comerciantes de ambos corredores para aplicar medidas de seguridad, como “poner cámaras en el frente de nuestros negocios, organizarnos por medio de chats y colocar lámparas de alumbrado público con nuestros recursos.
“Sin embargo, es importante contar con las autoridades para reforzar la protección de nuestra área de trabajo”, recalcó Faustino Hinojosa, quien aseguró que ya le han pedido al alcalde priísta, Rafael Vargas, que les envié policías y que busque apoyo de la Guardia Nacional y del Ejército, pero él “nunca responde”.
La inseguridad que padece Huitzilac, recalcaron los inconformes, prevalece en casi todo el estado; no obstante, afirmaron que es más visible en esta región por su cercanía con la Ciudad de México y debido a que por ese sitio cruza la Autopista del Sol, la segunda más transitada del país.
El ex legislador local independiente y comerciante José Casas añadió que la situación ya es “intolerable”, por lo que adelantó que están pensando en instalar una alerta vecinal. “¿Qué nos queda? Sólo que si llegamos agarrar algún delincuente se pudiera generar un conato de violencia o un linchamiento y eso, en vez de beneficiarnos, va a seguir afectado la reputación del lugar”, consideró.