La base social conservadora (esencialmente las estructuras de la Iglesia católica y la ultraderecha nucleada en diversas organizaciones no partidistas) está organizándose ante la perspectiva, que consideran absolutamente viable, de que Eduardo Verástegui acepte postularse como candidato presidencial independiente, impulsado por las fuerzas nacionales mencionadas en el paréntesis inicial pero, sobre todo, por los factores trasnacionales expansivos del voxismo y el trumpismo.
Un punto importante de la detonación de esa probable candidatura será el estreno de la película Sound of freedom, de la que Verástegui es productor, el último día de este mes en la cadena de exhibición Cinépolis. Amplios grupos impulsores de la candidatura presidencial cristera se organizan para asistir solidaria y significativamente a las funciones de cine.
En redes sociales incluso se difunde un mensaje de dos de los organizadores de la base de apoyo a Verástegui (que incluye una plena estrategia electoral), Alejandro González y Ricardo R. Olivares: “Xóchitl Gálvez es la candidata perfecta para López Obrador, pues ella sería quien le levante la mano a Claudia Sheinbaum reconociendo que ella, Claudia, ganó (...) Queremos empresarios y/o emprendedores en el poder, no rateros y/o asesinos que en nombre de la justicia social les quitan la vida a quienes consideran burgueses; tampoco queremos en la Presidencia a alguien que sabemos le entregará nuestro país a la ONU, OMS, WEF, George Soros y al socialismo y/o comunismo”. El mensaje, de varios puntos, se difunde con las etiquetas #NoAlComunismo #XóchitlComunista y #ComunismoEsMuerte.
La irrupción de la ultraderecha religiosa, voxista y trumpista en el escenario electoral mexicano implica un claro riesgo de división y desgaste a la propuesta de la derecha “institucional”, que a falta de una figura genuinamente comprometida con la ideología panista (o lo que quede de ella) ha inflado a Xóchitl Gálvez desde la chirriante perspectiva mercadológica de pretender parecerse o acercarse a la ideología y práctica del obradorismo.
Dado que el xochitleco experimento “homeopático” va funcionando principalmente en columnas y comentarios del periodismo más desacreditado del país, los estrategas del inflado de globos electorales están recurriendo con premura a un expediente extremo, al sembrar la acusación contra el presidente Andrés Manuel López Obrador de estar creando, por “miedo” ante el crecimiento de una súbita adversaria, condiciones para el asesinato de la aún no candidata presidencial Xóchitl Gálvez.
Las pesadas acusaciones, que con diverso fraseo han planteado Beatriz Pagés, Joaquín López-Dóriga y Raymundo Riva Palacio, entre otros, no cuentan con mayor sustento que la personalísima suposición. Pero no es sólo un atentado a las reglas básicas del periodismo sino, en concreto, una maniobra artera que busca instalar en la percepción pública una acusación previa por hechos no sucedidos que, en caso de realizarse, podrían obedecer justamente al libreto de desestabilización que promueven esos personajes. Es culpar con anticipación a alguien por lo que ellos mismos podrían generar para que se cumplan las acusaciones sembradas.
“Señores, si piensan que la vara es muy alta, si piensan que es imposible hacerlo, si no pueden, renuncien”, dijo el empresario Alejandro Martí en 2008 a altos funcionarios federales encabezados por Felipe Calderón, entonces ocupante de Los Pinos. Quince años después ha fallecido dicho hombre de negocios, sin que renunciaran quienes no hubieran podido, en esa y en otras administraciones; uno de quienes entonces le escuchaban, Genaro García Luna, cumplió el sexenio completo del calderonismo en su cargo y ahora está en una cárcel estadunidense en espera de que le precisen su sentencia condenatoria. Calderón sigue poniendo tuits desmemoriados y condolencias cínicas. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero