Año tras año se repite la triste historia y parece que la “estrategia” de las autoridades universitarias es que los mexicanos se acostumbren a que así son las cosas, que no tienen remedio ni por qué cambiar, porque de cada 10 aspirantes, como máximo y a duras penas, sólo uno logra ingresar a nivel licenciatura en una de las instituciones de educación superior más prestigiosas de América Latina y el mundo.
Se trata de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuyas autoridades se dan por bien servidas con ese tétrico balance, el cual adquiere características de un riguroso embudo, que se repite desde hace muchos años como si este país no necesitara profesionistas ni los estudiantes tuvieran el derecho de avanzar en su formación académica.
La información más reciente, publicada el pasado sábado en La Jornada (Fernando Camacho Servín) se repite anualmente: “sólo 10.5 por ciento de los estudiantes que buscaron incorporarse a las licenciaturas del próximo ciclo escolar de la UNAM lograron un sitio. Es decir, de un total de 201 mil 512 aspirantes, sólo fueron aceptados 21 mil 346, y los restantes 180 mil 166 fueron rechazados. De acuerdo con los resultados del examen de ingreso, dado a conocer ayer por la Dirección General de Administración Escolar (DGAE) de la máxima casa de estudios, para el ciclo 2023-2024 fueron aceptados más de los 18 mil 957 lugares disponibles en los sistemas escolarizado, abierto y a distancia”. En resumen, uno de cada 10.
Sólo de ejemplo: por la pandemia y el tenebroso tiradero que dejó el neoliberalismo en el sector salud, México requiere muchos médicos para cubrir las necesidades de la población, pero en el más reciente examen de admisión a la UNAM se reportó el siguiente balance: “para la licenciatura de médico cirujano en la Facultad de Medicina en Ciudad Universitaria sólo fue admitido 1.3 por ciento de los postulantes, de un total de 15 mil 962, de los cuales sólo 220 fueron aceptados. En la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza, el nivel de aceptación fue aún menor, pues de 5 mil 31 candidatos, sólo pudieron ingresar 59 (1.1 por ciento)” (ídem).
Mucho más aporta la información de La Jornada: “según cifras históricas de la DGAE, la tasa de admisión ha registrado descensos paulatinos en ciclos escolares recientes, pues en el periodo de licenciaturas 2022-2023 fueron aceptados 25 mil 291 candidatos (11.1 por ciento) de un total de 225 mil 983; en 2021-2022 fueron aprobados 24 mil 954 (11.5 por ciento) aspirantes de 215 mil 757. En el periodo 2020-2021, en plena pandemia de covid-19, se aceptó a 24 mil 635 (sólo 9.2 por ciento) estudiantes de 266 mil 383, y en el ciclo 2019-2020 hubo lugar para 26 mil 527 (9.1 por ciento) aspirantes, de 290 mil 759”.
Para el contexto, vale citar un reportaje jornalero (Karina Avilés) publicado en julio de 2008: “hay más de 16 millones de jóvenes, entre 16 y 24 años, que no están inscritos en instituciones de educación media y superior; expertos en la materia denuncian que este año se registró una marca histórica en el número de rechazados de la UNAM. Hace 16 años quedaron fuera 33 mil 900 aspirantes, ahora la cifra ascendió a 152 mil 991”, y en 2023 a más de 180 mil.
Como referencia (la información es de la UNAM), en 1976 la población universitaria total sumó 238 mil estudiantes (52.5 por ciento en facultades, escuelas profesionales y unidades multidisciplinarias: el resto, en Escuela Nacional Preparatoria y Colegio de Ciencias y Humanidades). Ese año, la Facultad de Medicina contaba con más de 22 mil estudiantes. En ese ciclo escolar la población estudiantil a nivel licenciatura sumó 101 mil alumnos; 47 años después, a duras penas llega 229 mil, es decir, un crecimiento cercano a 127 por ciento (2.7 por ciento de “alza” como promedio anual en el periodo), lo que ni lejos atendió la demanda.
En materia presupuestal, en el transcurso del presente siglo el de la UNAM ha registrado un incremento nominal de 317 por ciento (de 12 mil 286 millones de pesos en 2001 a 51 mil 309 millones en 2023, de acuerdo con la Secretaría de Hacienda). En ese periodo, la inflación acumulada hasta junio pasado fue de 165 por ciento (la información del Inegi), es decir, casi la mitad del aumento de recursos.
Las rebanadas del pastel
Entonces, la “estrategia” es por demás perversa: que el nivel preparatoriano sea la máxima posibilidad académica de nueve de cada 10 estudiantes, si bien va. Ahora, si quieren más, pues allí están las instituciones privadas.
Twitter: @cafevega