Circo, maroma y mucho teatro forman parte de la estrategia de Emilio Lozoya Austin y sus abogados para librar al exdirector peñanietista de Petróleos Mexicanos del caudal de acusaciones en su contra e intentar recuperar la libertad (desde noviembre de 2021 duerme en el Reclusorio Norte), pero hasta ahora todas esas gracias han sido fallidas. No sólo eso, sino que su “oferta” económica para “reparar el daño” por él causado ha quedado muy corta, pues apenas representa alrededor de una tercera parte de lo exigido por el gobierno federal.
El juez de la causa dictó prisión preventiva justificada, por existir “alto riesgo de evasión de la justicia”, de tal suerte que Lozoya acumula 17 meses recluido. Aún en el caso de que obtuviera su libertad tras cubrir el monto exigido por las autoridades, el proceso judicial en su contra seguiría su curso: despacharía en su domicilio particular, pero solo habría librado la reclusión, no el cúmulo de acusaciones en su contra.
Este es el capítulo más reciente del ya muy sobado culebrón Lozoya-Gertz que parece no tener fin. La queja más reciente del ex director peñanietista de Pemex gira en torno a la “extorsión” del gobierno federal, pues, dice, con él acordó una “reparación del daño” por 10.7 millones de dólares (siempre con la pretensión de que le retiren los cargos por los delitos de operaciones con recurso de procedencia ilícita y zafar a su familia del problemón en el que la metió), pero ahora la exigencia de la autoridad se ha incrementado a 30 millones, de acuerdo con el monto fijado por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Petróleos Mexicanos.
Desde hace aproximadamente cuatro años la UIF documentó que, antes de integrarse al “equipo de trabajo” (léase de atraco) de Enrique Peña Nieto, Lozoya Austin “tenía empresas fuera del país que terminarían por ser el vehículo a través del cual se disfrazaron los sobornos de la firma brasileña Odebrecht, de Altos Hornos de México y también de la española OHL (en la que el acusado formó parte del consejo de administración). En total, de marzo de 2013 al 30 de julio de 2017, el sistema financiero de México registró como operaciones inusuales 28 millones 789 mil 688.08 pesos que se depositaron a las cuentas de Emilio Lozoya, y salidas por 29 millones 329 mil 359 millones de pesos. En los meses previos a que se volviera director de Pemex, también recibió 45 mil francos suizos, 60 mil dólares y un millón 224 mil euros, a través de 10 transferencias”.
Algo más: “en el extranjero, Lozoya contó con las empresas Yacani, Zecapan, Latin America Asia Capital Holding y Tochos Holding para ocultar sus operaciones financieras, pero también en México, Odebrecht y sus filiales tuvieron acceso a más de 10 empresas fachadas que así como repartían dinero en estados con elecciones en puerta, tenían vínculos con otras firmas de papel que recibieron decenas de contratos públicos”.
Pero Lozoya ahora se dice víctima de “extorsión”, porque la UIF y Pemex le exigen que para “reparar el daño” pague 30 millones de dólares y no los 10.7 millones que, dice, fue el monto fijado.
Consultado al respecto, el presidente López Obrador dijo que “Pemex y la fiscalía están actuando bien y considero justa la cantidad de reparación del daño (exigida al ex funcionario peñanietista), porque no es una extorsión. Si se revisa, el daño causado al erario fue mucho. Claro, no intervino nada más el señor Lozoya, intervinieron otros, pero él mismo declaró cómo se manejó la relación con la empresa de Odebrecht, del dinero que aportaron, cómo se manejó dinero para comprar votos y aprobar la llamada reforma energética, de cómo se les entregó dinero a legisladores del PAN y recursos del erario, de la hacienda pública. Entonces, sí tiene que aportar estos 30 millones de dólares. Debe haber justicia, reparación del daño, en la medida de que lo que establece la ley, porque antes era una cosa vergonzosa: saqueaban y no sólo no reparaban el daño, sino que les devolvían recursos”, como en el caso de Raúl Salinas de Gortari, “en complicidad con el Poder Judicial”.
En pocas palabras, Lozoya debe pagar si pretende seguir su proceso en libertad, porque no será con circo, maroma y mucho teatro como lo logre.
Las rebanadas del pastel
La señora X cree que si consigue un amparo tras otro puede ocultar sus propias carencias intelectuales y esconder sus negocios oscuros, pero debe estar consciente que la primera en hacer daño es ella misma por la sarta de sandeces que cotidianamente hace y dice.
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