Después de patearse 17 años el circuito musical independiente de varios países de Latinoamérica, uno de los sueños de la banda paraguaya Kchiporros se cumple hoy y mañana, cuando el escenario del Lunario del Auditorio Nacional, la acoja. Otro anhelo es tocar y atestar el Foro Sol del Autódromo Hermanos Rodríguez, pero uno recurrente que se agolpa en la mente de los integrantes del grupo es la noche estival de 2019, cuando actuaron en el Multiforo Alicia: “Tocamos por horas; estábamos todos sudados y el contacto con el público fue magnífico. Lástima que ya no exista”.
Después de 20 discos y casi 25 de su debut, los integrantes de la banda de Asunción, Paraguay, cuentan que aún les tiemblan las piernas al saltar al escenario, sea chico o sea grande. Agregaron que la inteligencia artificial es “una herramienta y hay que usarla. Sí, da miedo, pero es como tener temor de pegarte en un dedo al usar un martillo. Tenemos que utilizarla y reconocer el lugar donde queremos llegar al emplearla, que sea un encuentro tecnológico y no sólo sirva como mero instrumento para sacar data a los usuarios. Aplicada a la música es fantástica para mejorar algunas cosas y ahorrar un montón de tiempo”.
La banda resume que en estos 17 años de carrera ha estado acostumbrada a la adversidad, pero en este momento su proyecto ya se afianzó: “Desde nuestros inicios tuvimos que nadar contra la corriente, nadie nos quería editar y tuvimos que lanzar nuestro propio sello discográfico. Aprendimos a autogestionarnos, a tener estrategias, difusión y un cúmulo de canciones, porque de eso se trata este juego. Ahora los mercados han cambiado y hemos aprendido a relacionarnos con nuestra tribu en las redes sociales, a apuntalarlas y darles el contenido que requieren, hacerlo por ello y por nosotros como banda, pues ninguno de nosotros estaría aquí si dependiera del otro. Finalmente, este proyecto se ha concretado”.
Uno de los aspectos fundamentales de Kchiporros en esta travesía “es el valor al elemento humano. Por sobre todas las cosas siempre tratamos de preservarnos nosotros. A pesar de todas las metidas de pata que a cualquiera le pasan, lo que hizo que hoy estemos todavía aquí es el respeto que tiene todo el equipo, darnos la oportunidad de dialogar para que funcione el grupo. Mantener siempre el diálogo, la tolerancia y el amor ante la adversidad de los problemas que podamos tener de forma individual es el secreto para que las cosas perduren”.
La banda, integrada por Roberto Ruiz Díaz Chirola, Julio Troche Pela, Fernando Peyrat Pibes, Rodrigo Ojeda Yuka, Gustavo Gómez Gomex, Édgar Aquino Weket y Diego Mieres Perro, sostiene: “en nuestras raíces encontramos una veta de folclor y de cultura muy grande para compartirla con el resto de Latinoamérica. Teníamos una vocación de hablar en quechua y propagar nuestros mitos. No sé si todas las cosas que somos confluyen aquí, porque nuestra historia se está escribiendo aún”.
El público mexicano es muy entregado y exigente
Respecto de su relación con el público mexicano señalaron: “es sumamente entregado y ferviente pero al tener tantos artistas y rozarse con otra cantidad de extranjeros se ha convertido en un público muy exigente. Pero también suele ser muy crítico y eso está buenísimo, porque construyes una carrera muy sólida. Una de las cosas más lindas que nos pasó como artistas fue venir a México en 2010 y comenzar un recorrido que confluye aquí con la prensa reunida, lo que hace que estos conciertos en el Lunario se sientan de forma natural”.
Acerca de este viaje, Kchiporros destacó: “los invitados que tenemos para los conciertos son parte de este trayecto que hemos hecho todos estos años. Son amistades que cultivamos aquí, como Erick Canales, María Barracuda, Los Estrambóticos y otros más, en estos shows tenemos amigos tropicales, roqueros, poperos y hiphoperos, un espectro musical muy plural”.
El encanto de Kchiporros radica, según la banda, en que “no nos lo tomamos muy en serio, cuando nos formamos éramos una especie de antibanda, comenzamos a jugar con la música y hacer canciones divertidas. Esa etapa pasó y comenzamos a hacer bailar a la gente y después hicimos canciones que emocionaban; eso para la identidad latinoamericana es importante. Creo que esa mezcla nos da una personalidad sonora sin negar nuestras influencias desde los Auténticos Decadentes hasta Café Tacvba. Estamos en plena maduración, pero aún nos falta mucho qué aprender de la maestría de las calles”.