En México, durante los pasados años, la política social ha sido deformada de manera constante al dejar de reconocer y quitarle el mérito a las y los trabajadores por su esfuerzo, entrega y responsabilidad para incrementar la productividad y la eficacia de las empresas.
La negación de sus derechos y la falta de reconocimiento a su función en los procesos productivos, hacen pensar falsamente que la maquinaria y los equipos funcionan automáticamente, sin dirección y control por parte activa de la fuerza laboral.
Hace unas semanas, la primera locomotora del Tren Maya se entregó para dar inicio a este proyecto trascendental y futurista. En Ciudad Sahagún, Hidalgo, un sitio emblemático de construcción de ferrocarriles, se han forjado logros significativos: gracias a esta región fue posible la fabricación de los carros del Transporte Colectivo Metro que conectan y permiten el transporte diario de millones de personas en la Ciudad de México, Los Ángeles, Minesota, Río de Janeiro y otros lugares del mundo.
Hoy, nuevamente la experiencia y el talento de las manos nacionales están al centro de la producción industrial. La planta de Alstom-Bombardier es la encargada de manufacturar los trenes y carros que conformarán el tren, y que generará para este monumental proyecto, aproximadamente mil 100 empleos directos. Además, es la más grande del continente y la tercera en el mundo. Asimismo, en esta planta hay cinco líneas de producción, dos ocupadas en el Tren Maya, que recorrerá mil 554 kilómetros, uniendo Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Lo que se busca, en definitiva, es que este proyecto sea realizado por mexicanos para mexicanos. En el proceso de manufacturación del primer tren participaron más de mil 300 trabajadores mineros, metalúrgicos y siderúrgicos altamente especializados y miembros del Sindicato Nacional Minero que me honro en presidir.
El llamado jaguar rodante, en esta primera fase, es un tren compuesto de cuatro coches, dos de ellos con cabina y carro de motor; y dos de tracción, remolque, que también contará con lugares de entretenimiento, cafetería, camarotes y restaurante. Su hechura claramente representa un orgullo para el municipio de Tepeapulco, Hidalgo, y para los usuarios, ya que hace gala de una ventaja competitiva de la región: su posición geográfica lo coloca como polo de desarrollo en el país. Sin embargo, la verdadera protagonista es la excelencia y los cuidados que las y los trabajadores mineros de esta planta han puesto a disposición de nuestra nación para engrandecerla.
En efecto, fue el arduo e impecable trabajo de mis compañeros de la sección 200 del sindicato nacional, que tengo el orgullo de dirigir, lo que posibilitó esta monumental tarea. Sin embargo, lo que observamos en los medios de comunicación son discursos centrados en las empresas, pero quien merece el más grande reconocimiento es la clase trabajadora, la cual a diario pone su conocimiento, su fuerza y su vida para lograr grandes resultados que permitan incrementar la riqueza y el desarrollo de México.
Las secciones del Sindicato Nacional Minero son un ejemplo de los valores y el espíritu que nos caracterizan como organización, aunque algunos pretendan ignorarlo. En primer lugar, esta magna obra servirá para avanzar como país, pues presenta posibilidades antes impensables para crecer tanto económica, como social y culturalmente. Nuestros compañeras y compañeros han puesto su talento al servicio de todos, y ese es un valor esencial que nos rige. Asimismo, nos distinguimos por una alta capacidad y preparación para superar retos; así, los resultados son siempre destacados y de la mejor calidad. En esa línea, la historia y experiencia que nos fundamenta es otro distintivo de nuestra organización: trabajamos con unidad, disciplina, rectitud, siempre manteniéndonos fieles a nuestra identidad.
Desde nuestra fundación, hace 89 años, nos hemos enfrentado a diversos abusos, dificultades, crímenes y tragedias. Nuestros triunfos vienen de luchar con la frente en alto, poniendo al orgullo minero por delante. Lo que nos une como sindicato, mostrado contundentemente no sólo por la sección 200, sino por todas las que se encuentran en el territorio nacional, es nuestra absoluta dignidad y excelencia.
Las y los trabajadores mineros, metalúrgicos y siderúrgicos mexicanos son, innegablemente, un orgullo nacional. Muestran con su trabajo y disposición de servicio lo que realmente nos representa como país. Son un leal ejemplo de quiénes somos como sindicato, honran nuestra trayectoria y proyectan un futuro de prosperidad compartida y de grandes triunfos. La impresionante labor realizada es un buen comienzo para este proyecto que nos abrirá muchas puertas como nación. Desde el Sindicato Nacional Minero seguiremos trabajando por la justicia, la reivindicación y el reconocimiento a las y los verdaderos héroes de esta obra: mis compañeras y compañeros trabajadores mineros de México.