Gracias al Instituto Nacional Electoral (INE), el presidente López Obrador ha sido impedido de llamar a las cosas por su nombre, de revelar actos de corrupción y denunciar tráfico de influencias, entre tantas otras cosas. En cambio, nada ni nadie impide que sus detractores digan y difundan cualquier cantidad de barbaridades y en todo tipo de foros, de tal suerte que es más que notorio el desequilibrio, por decirlo suave, de las decisiones de ese órgano “autónomo”, pues a una de las partes, de tajo, le cancela el derecho constitucional a la información y a la libertad de expresión, mientras a la otra le da carta blanca.
Tal vez ahora el mandatario deberá utilizar a eufemismos para denunciar a los políticos y empresarios corruptos, a los traficantes de influencias, a los oligarcas depredadores que financian campañas mediáticas, a quienes de este país hicieron su negocio particular y, en fin, a todo tipo de sanguijuelas. En cambio, esa fauna tiene vía libre para decir y hacer lo que le venga en gana, con todos los medios disponibles. Inequidad total, avalada por una institución “democrática”.
Por ello, a partir de ahora y hasta cuando al INE se le ocurra, al momento de denunciar a unos y otros, López Obrador (que acató la orden bajo protesta) probablemente se refiera a ellos como “aquellos dueños de una empresa refresquera, comercial, acerera o de cualquier tipo”, “las finísimas personas que participaron en una fiesta de cumpleaños de un abogado”, “esos que utilizaron su paso por la administración pública para fortalecer su cuenta de ahorros”, “quienes protegieron a un señor que duerme cómodamente en una institución carcelaria en un país cercano”, “el discriminado inverso que por generosidad regaló permisos para operar casinos”, “esos personajes que todo el día fuman una cosa verde”, “primogénitos de acaudalados hombre de negocios”, “emprendedores de la construcción en ciertas alcaldías de la CDMX” y así por el estilo.
En el caso de Xóchitl Gálvez, otra finísima persona que se amparó e interpuso otra queja ante el INE (obviamente en contra del ahora silenciado) para que “no me ataque” en las mañaneras, el mandatario mexicano podría referirse a ella, probablemente, como Lady gelatinas, Madame contratos, La fräulein botarga más suertuda de la República, la consuetudinaria usuaria de los siempre serviciales amigos del Poder Judicial o algo por el estilo.
Pero, cuidado, porque vendedoras de gelatinas hay muchas en el país, al igual que expendedoras de tamales, pollos y otras menudencias, aunque cierto es que no todas tienen acceso a multimillonarios contratos de los sectores gubernamental y privado, ni a puestos públicos (que los utilizan en su quehacer empresarial) sin importar que éstos no sean de elección popular. De ahí que López Obrador deberá ser muy cuidadoso cuando pretenda referirse a la susodicha. Por cierto, ninguna “autoridad” ha dicho ni pío sobre los contratos que por mil 471 millones de pesos documentó el ahora silenciado mandatario.
En vía de mientras, López Obrador dijo: “vamos a cumplir con todos los ordenamientos legales, como siempre lo hacemos, y con las decisiones, en este caso de los organismos electorales, nada más que lo hacemos bajo protesta, porque es muy injusto que el grupo de potentados que se sentían dueños de México, con todo su dinero, con sus medios de información, con sus intelectuales a sueldo, estén lanzados en contra de nosotros y que las autoridades nos limiten nuestra libertad de manifestación, de expresión, de réplica y el derecho a disentir”.
Y de remate, en la mañanera de ayer el mandatario consideró la decisión del INE como violatoria de sus derechos humanos, porque “además de que limita mi libertad, me impide informarle al pueblo de que hay un grupo que está acechando, porque quiere regresar al gobierno para robar, para quitarle al pueblo su futuro, que esa es una obligación que tengo, es decir, el luchar por la justicia y por la democracia. ¿Cómo es que no voy yo a advertirle a la gente que hay una pandilla de rufianes que quieren de nuevo tomar el gobierno para saquear y mantener en el abandono a la mayoría de los mexicanos? ¿Por qué no lo voy a decir? Hablé en su momento, porque estaban ya muy descarados. Están, pero con una maniobra, ¿no?, como en el tiempo de Fox, con una estrategia publicitaria queriendo engañar a la gente”. Entonces, “vamos a esperarnos; por lo pronto, pausa”.
Las rebanadas del pastel
¿Algún otro comentario brillante de los “discriminados inversos” Santiago Creel y Enrique de la Madrid?
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