Bruselas. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, comprometió ayer una inversión de 50 mil 560 millones de dólares hasta 2027 para poner en marcha proyectos relacionados con nuevas tecnologías e industrias “limpias” en los países de América Latina y el Caribe y convertir así a la Unión Europea (UE) en un “socio preferente” para estas regiones.
“Ya hay más de 135 proyectos en trámite, desde hidrógeno limpio, materias primas críticas y la expansión de la red de datos de alto rendimiento, hasta la producción de las vacunas de ARN más avanzadas”, enumeró en su discurso de apertura en el foro económico de la cumbre de dos días de la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en esta capital.
El listado de proyectos que busca hacer realidad la transición ecológica y digital justa a ambos lados del Atlántico se ha elaborado en estrecha colaboración con la presidencia española y constituye la base para futuros diálogos con los socios latinoamericanos y caribeños. Entre las iniciativas más destacadas se encuentran el acuerdo de materias primas críticas –como el litio– con Argentina y Chile, el de telecomunicaciones con Brasil o el energético con Paraguay.
Durante la cumbre, el conflicto ruso-ucranio fue mencionado en varios de los discursos durante esta apertura, al evidenciar que se trata de uno de los principales asuntos en la agenda de discusión y un tema en el que hay divergencias.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, afirmó que la guerra “es una confirmación de que el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) no atiende a los actuales desafíos a la paz y a la seguridad”.
“Repudiamos con vehemencia el uso de la fuerza para resolver disputas”, apuntó en la apertura del encuentro, al criticar la “carrera armamentista” que se vive en Ucrania y recordó que su país “apoya iniciativas promovidas por diferentes naciones y regiones en favor del cese inmediato de las hostilidades y de una paz negociada”.
Indicó que “recurrir a sanciones sin amparo del derecho internacional, sirve apenas para penalizar a las poblaciones más vulnerables”, en referencia a medidas adoptadas por varias potencias de la UE.
Los dirigentes tienen sobre la mesa temas comerciales: la dilatada negociación con el Mercosur, una reforma en la composición del sistema financiero internacional, el cambio climático y la transición energética, pero los negociadores de ambos bandos difieren en si incluir en la declaración final una condena a la invasión rusa a Ucrania, como presionan los gobiernos europeos, o reconocimiento al legado colonial y de esclavitud europeo, como solicitan los países americanos.
El presidente pro témpore de la Celac, el premier de San Vicente y las Granadinas, Ralph Gonçalves, defendió que la cumbre “no debe convertirse en otro campo de batalla inútil para los discursos sobre este tema (la guerra), que ha sido y sigue siendo abordado en otros foros”.
Como presidente pro témpore del Consejo de la UE, el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, afirmó que ambos bloques regionales deben renovar su “común confianza en los valores del multilateralismo, singularmente en la resolución pacífica de los conflictos bajo los principios de ONU”.
El mandatario argentino, Alberto Fernández, instó al bloque europeo a forjar una relación equilibrada para construir un eje económico que “no se someta a la nueva bipolaridad” Estados Unidos-China.
Von der Leyen celebró el “resurgir” de Brasil como actor internacional por el “impulso que pueda dar a las relaciones estratégicas de ambos bloques. Se reunió con el presidente brasileño, quien le indicó que su país tiene “un compromiso de deforestación cero para 2030 en la Amazonia”.
En tanto, la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, exigió el “levantamiento del bloqueo criminal” impuesto a su país y criticó a los países europeos por no prestar suficiente atención a la emergencia climática.
Lula y sus pares de Argentina, Alberto Fernández; Colombia, Gustavo Petro, y Francia, Emmanuel Macron, conversaron por la tarde con representantes del gobierno y la oposición de Venezuela, en un esfuerzo por relanzar las negociaciones sobre la crisis, de cara a las elecciones presidenciales de 2024.