Hoy comienza en Bruselas la tercera Cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea (UE) y de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (Celac). La máxima ambición de la UE es avanzar en alcanzar un tratado de libre comercio con el Mercosur y “modernizar” los que ya tiene con México y Chile, en beneficio de sus empresas trasnacionales. Como envoltorio habrá acuerdos de cooperación en diversos ámbitos.
Como ha dicho Maite Mola, vicepresidenta del Partido de la Izquierda Europea, los acuerdos de la UE “a mediano y largo plazo, en 70 por ciento, favorecen sólo a Europa. Entretanto, los gobiernos de América Latina y el Caribe se han dado cuenta de ello y están conscientes de que hay que mirarlos con lupa” (https://tinyurl.com/5yv7rv93).
Las cumbres entre la UE y América Latina y el Caribe (ALC) se celebran desde antes de la creación de la Celac y organizaciones sociales y civiles (OSC) de ambos lados del Atlántico han asentado el carácter neocolonial del “libre comercio” y han visibilizado el engañoso uso de “cláusulas democráticas” en discursos de muchos gobiernos (empezando por la UE) mientras permiten y perpetran violaciones a derechos humanos.
Caso lamentable es el de la brutal represión ejercida por Francisco Ramírez Acuña, entonces gobernador de Jalisco, con aval de Vicente Fox, a la sazón presidente, y la vista gorda de la UE, incluyendo encarcelamientos y torturas, a raíz de la manifestación pacífica efectuada en Guadalajara el 28 de mayo de 2004, en el contexto de la tecera Cumbre UE-ALC, asunto impune hasta hoy (“Altermundistas reprimidos en Jalisco denuncian a Ramírez Acuña por tortura”, La Jornada, 14/12/06).
Recientemente OSC de México y la UE han exigido a gobiernos a no ratificar el “modernizado” Tratado de Libre Comercio entre la UE y México (Tlcuem), pues “el texto se negoció a espaldas de la ciudadanía sin debate ni consulta pública, y se finalizó en abril de 2020, en medio de una de las peores crisis sanitarias, sociales y económicas del mundo, desencadenada por la pandemia de covid-19”. Destacan que “el Tlcuem sólo protege a inversionistas extranjeros y pone en riesgo cambios urgentes en favor del ambiente y de los pueblos, y que el nuevo acuerdo tendrá un capítulo sobre inversiones que pretende consolidar el recurso al arbitraje supranacional como mecanismo de resolución de disputas entre inversionistas y estados”. Ejemplo de las abismales asimetrías bajo este sistema (ISDS, por sus siglas en inglés): se han interpuesto 178 demandas de firmas europeas contra países de ALC, por sólo cinco de éstos (datos de Unctad).
Una delegación mexicana de OSC se integrará a la delegación latinoamericana y del Caribe, y participará hoy en la conferencia Una nueva relación comercial UE-América Latina para el siglo XXI, paralela a la cumbre UE-Celac, organizada por los partidos de izquierda y verdes en el Parlamento Europeo (https://tinyurl.com/v4ahbd92).
Ignacio Román, profesor del Iteso de Guadalajara, quien ha acompañado luchas sociales durante décadas, ha sido invitado para hablar de los impactos socioeconómicos de la liberalización externa de la economía mexicana, y de cómo los acuerdos comerciales no han conducido a la mejora social prometida, sino a la mayor concentración de riqueza, deterioro ambiental y monopolización económica.
Sofía Enciso, de la Agrupación un Salto de Vida, por la justicia ambiental en Jalisco, hablará sobre las consecuencias de los TLC “entre países ricos con países mayormente pobres como México, que se dan en pueblos y comunidades que subsidiamos con nuestra salud, territorio y vida, la riqueza de pocos políticos, empresarios y trasnacionales y el sostener los niveles de consumo en Europa”.
Emilio Téllez, de la dirección de la Coordinadora Nacional de Usuarios en Resistencia, hablará de la oposición a tratados comerciales que promueven la privatización del sector eléctrico, “que ha provocado la elevación de costos del servicio para la mayoría de la población, así como de las relaciones extractivistas con países tecnológicamente más consolidados”.
Habrá también una cumbre de los pueblos, en la que se debatirá sobre paz, deuda y bloqueos económicos, transición energética, despatriarcalización y migración (https://cumbredelospueblos2023.com/).
Así, las organizaciones bajo la Plataforma América Latina Mejor sin TLC presentarán el llamamiento “¡No al comercio injusto! ¡Alto UE-Mercosur, UE-Chile y UE-México!” (https://tinyurl.com/yc6fcye8). Expondrán cómo “los acuerdos de libre comercio forman parte de un modelo obsoleto de comercio que ha fracasado para las personas y el planeta. Sirven a los intereses corporativos a expensas de los límites planetarios, de condiciones laborales dignas, del empleo y del bienestar animal, e impulsan desigualdades sociales insostenibles” y cómo “en lugar de más competencia, se necesita más cooperación entre las dos regiones para encarar los grandes retos de nuestro tiempo: la crisis climática, la pérdida masiva de biodiversidad, el aumento de la pobreza, la informalidad, la precariedad y el desempleo, así como el hambre y la escalada de los conflictos geopolíticos”.
Hay que mirar los TLC con la UE con lupa. Si la Comisión Europea prepara una salida masiva de la UE del Tratado de la Carta de Energía, ya que permite que empresas demanden a países europeos por regular en pro del ambiente, los gobiernos progresistas de América Latina deben velar por poner fin a las violaciones sistemáticas de empresas europeas en nuestros territorios. ¡No más espejitos por oro!
* Investigador del Institute for Policy Studies www.ips-dc.org y Asociado del Transnational Institute