Son varios los puntos de contacto entre las personalidades de Xóchitl Gálvez Ruiz y Vicente Fox Quesada, a tal grado que ya se postula como identificación común el vocablo FoXóchitl: la condición empresarial, la ligereza ideológica y discursiva y la preferencia por lo estridente son algunas de las características compartidas.
Como sucedió en su momento con el ex gobernador de Guanajuato, a quien se pretendía bocetar como un inminente salvador de la patria, al que se debería dar el beneficio de la duda, con exención de análisis fríos y críticas fundadas, ahora se arguye que analizar la habilitación de la ex jefa delegacional de la capitalina Miguel Hidalgo como precandidata presidencial opositora es algo innecesario o exagerado, que mostraría “temor” ante el crecimiento de esa postulación hechiza y que, en el fondo, la estaría haciendo crecer al darle publicidad, mala o buena, pero al fin publicidad.
Ese planteamiento tramposo pretende ignorar que no es Xóchitl Gálvez Ruiz el objeto real de los análisis críticos, pues su aspiración presidencial no tiene méritos por sí mismos, sino que representa y significa la colusión de intereses empresariales, mediáticos y partidistas que han creído encontrar una rendija “popular”, dicharachera y simplona, para disfrazar las verdaderas intenciones reactivas de esos intereses opositores desplazados en 2018.
Sin embargo, hay circunstancias que van afianzando esa candidatura virtual de Xóchitl (Santiago Creel está prácticamente difuminado, a la espera de algún premio de compensación, y no se diga de los otros “precandidatos”, meros actores de reparto, sin mayor rol a representar que el de convalidar). Desde luego, es evidente la cargada de los principales medios convencionales de comunicación y de los comentaristas, articulistas y opinantes que creen llegada una oportunidad de rehabilitaciones.
Pero también van ayudando a la política y empresaria hidalguense dos tópicos provenientes del cuatroteísmo: la mañanera le ha dado cartelera en general y victimización en particular, facilitando la narrativa de los aliados nacionales de Gálvez y de medios internacionales que ya están construyendo la historia “épica” de la opositora indígena y el villano Presidente de la República que la persigue.
El otro flanco 4T propicio para Xóchitl proviene del activismo rutinario de los tres aspirantes presidenciales más relevantes (Claudia, Marcelo y Adán Augusto), que siguen desarrollando el guion de oficialismo acrítico del que dependen, atados dos de ellos (C y AA) al esquema de parapriísmo que implica espectaculares, bardas, actos masivos, retórica mimética contra los opositores y fidelidad continuista y, el otro (M), en lo mismo, aunque con menor dinero invertido en esta primera fase (no por falta de ese recurso, sino por táctica); en todo caso, con ocurrencias tecnológicas (Ángel) y búsqueda de debates como ambicionado factor diferenciador.
Los factores de poderes reales que se han conjuntado para fabricar el producto “popular” Xóchitl deberían llevar a nuevos escenarios, discurso y práctica (no al parapriísmo, al pragmatismo vergonzoso) a los aspirantes 4T con más viabilidad (C, M y AA) y a dejar la monotonía triunfalista (el único que mantiene un discurso y un movimiento distinto es Gerardo Fernández Noroña), además de la descalificación previsible de la adversaria (X), para entrar en un plano de confrontación ideológica profunda, de demostración de liderazgo propio y de crítica y autocrítica. Pero…
Astillas
El Frente Amplio por México se ha atorado en el proceso de recolección cibernética de firmas en apoyo a los aspirantes a acompañar a la candidata X… La Comisión de Quejas y Denuncias del INE ha instruido (aún falta que el Tribunal Electoral ratifique o rechace tal instrucción) a que los actos corcholatosos se realicen preferentemente en lugares cerrados al público en general. Así que a juicio de los aspirantes queda lo que prefieran… ¡Hasta mañana!
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