Cuernavaca, Mor., La delincuencia organizada mantiene controlada gran parte del territorio nacional ante el “disimulo y la tolerancia a los delitos por parte de algunas autoridades responsables de la procuración, impartición y ejecución de la justicia”, afirmó el obispo de la diócesis de Cuernavaca, Ramón Castro Castro, durante la novena Marcha por la paz, que se llevó a cabo ayer en esta ciudad, donde participaron alrededor de 6 mil personas vestidas de blanco.
El también secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano advirtió que los grupos criminales que predominan en el país buscarán influir “a favor de algunos partidos en las elecciones de 2024, obligando a las poblaciones a votar por ellos, con los que ya están haciendo pactos”. Sin embargo, subrayó, todos los que participaron en la movilización –que comenzó en Tlaltenango y concluyó en la Catedral de la capital del estado– salieron a manifestarse en contra de esta situación, pues no se quieren “quedar de brazos cruzados viendo cómo la violencia, la corrupción, la impunidad, la trata de personas, el derecho de piso, el narcotráfico, las extorsiones y la cultura de la muerte” acaban con Morelos y con todo México.
Castro Castro indicó que aunque los tres niveles de gobierno quieran ignorar los altos índices de inseguridad “es bueno ser realistas y admitir, con dolor y vergüenza, que el estado y todo México siguen salpicando sangre” y que las estrategias implementadas para combatir este problema no están dando resultados.
Aseguró que en el país operan dos cárteles a nivel nacional, ocho con presencia regional y “500 bandas o mafias” que controlan gran parte del territorio; puso por ejemplo a Michoacán, donde dijo, casi todos los negocios tienen que pagar derecho de piso a estas organizaciones sin que lo eviten las autoridades.
En lugar de que disminuya la violencia, señaló, lamentablemente ha ido en aumento, y los criminales están creando nuevos modelos de delincuencia organizada, con armas más sofisticadas; además, “en total impunidad” provocan el desplazamiento de pueblos completos.
Al referirse a Morelos, puntualizó que ve un estado herido, “con hambre y sed de justicia; con miedo, ofendido y burlado por aquellos que deberían de encargarse de su seguridad y de la impartición de justicia”. Por ello, consideró: “Nos hacen falta más autoridades que amen a Morelos, que lo sirvan con amor y responsabilidad. Como dice el papa Francisco, necesitamos servidores públicos con el corazón grande y los bolsillos pequeños. Estamos cansados de corrupción, desinterés y de forjadores de castillos en el aire que sirven solamente a sus propios intereses”.