En la selección mexicana, la nueva página por escribir ya no está en blanco. Después de cambios en la estructura y derrotas que garantizaron estadios semivacíos en Estados Unidos, los jugadores miran hacia el futuro con la final ante Panamá en la Copa Oro.
A un día del partido, las autoridades del SoFi Stadium, en Los Ángeles, reportaron la venta de más de 60 mil entradas en un inmueble que tiene capacidad para 70 mil. Al mismo tiempo, en horas en que Lionel Messi prepara su presentación oficial en la MLS, el presidente de Concacaf, Víctor Montagliani, destacó la visión que ahora tiene la Federación Mexicana de Futbol desde la llegada de Juan Carlos Rodríguez, comisionado presidente del organismo.
“Es un modelo interesante”, dijo; “han tomado decisiones pensando en lo futbolístico, no sólo en los derechos y la plata (dinero)”.
En medio de ese ambiente favorable después de transitar procesos complejos, el Tricolor realizó ayer su primer entrenamiento en Los Ángeles con un plantel que busca la permanencia del técnico Jaime Lozano para encabezar el proyecto hacia el Mundial de 2026. Su última prueba el domingo será Panamá, “rival que no va a ser nada sencillo, porque sus jugadores saben que pueden hacer historia y van a jugarse todas sus cartas”, advierte el ex capitán mexicano Alberto García Aspe.
En un ejercicio comparativo, el zurdo mediocampista que jugó tres Copas del Mundo considera que el primer tiempo de México frente a Jamaica, en las semifinales del certamen, debe ser el mayor parámetro para encarar el juego por el título. “Si mantienen el nivel de esos primeros 45 minutos, se puede ganar”.
Sobre la misma línea que marca Aspe, el ex delantero Carlos Hermosillo asume “una deuda pendiente” tras la eliminación en la edición de 2013, cuando los canaleros derrotaron en semifinales al Tricolor de José Manuel Chepo de la Torre. “Esta es la oportunidad de ganar lo que todos los mexicanos queremos”.