Ciudad de México. A 100 años de su asesinato en Parral, Chihuahua, Pancho Villa no sólo está en la papelería oficial, sino en el centro del debate nacional. Los prejuicios y los demonios que, desde hace décadas, invoca su figura en los sectores más retardatarios del país, salieron a pasear en estos días en los medios de comunicación y en las mesas de las buenas familias.
Para armar el rompecabezas del Centauro de Norte, La Jornada conversó con Pedro Salmerón, uno de los historiadores que con mayor profundidad se han zambullido en la vida y las hazañas del caudillo. Su libro La División del Norte suscitó, de inmediato, las simpatías de Friedrich Katz y Paco Ignacio Taibo II.
El doctor Salmerón simpatiza con el caudillo y no lo oculta. Convencido de la actualidad del personaje, él ve en el villismo la potencia de los que dicen: “Queremos soñar con un país libre, justo y de iguales”. A continuación, partes de la conversación que tuvo La Jornada con él.
–¿Quién es Pancho Villa?
–Cuento en mi libro La División del Norte que, cuando don Abraham González lo invita a incorporarse a la Revolución, lo designa como su escolta personal en Chihuahua. Abraham González es el jefe del maderismo en Chihuahua, el hombre designado por Francisco I. Madero para encabezar la lucha armada en el estado grande. Pancho Villa tiene 32 años y la mitad de su vida había vivido a salto de mata.
“Sus primeros 16 años son los de hijo de medieros de una hacienda. De esa gente que renta la tierra al hacendado para sembrar a medias con él. Quedó huérfano de padre muy joven. Nunca tuvo educación formal. Vivió de bandolero social de poca monta unos ocho o 10 años, echado al monte por la persecución y la opresión.”
–¿Fue porque abusaron de su hermana y él se cobró venganza?
–No estamos seguros, pero él contaba esa historia. Es una historia clásica de los bandidos sociales que buscan una justificación personal para su vida bandida. Desde 1901 o 1902 buscó salir de esa vida y es albañil, es arriero, es criador de gallos finos. Creó en el suroccidente de Chihuahua una red de amistades, con gente que vive un poco al margen de la ley, odiando la opresión y a los hacendados. Como ha dirigido a grupos de gentes tanto como bandido de poca monta, como arriero, como escolta de la plata de las minas a las estaciones del ferrocarril, tiene habilidad de mando de pequeños grupos.
“Es un jinete infatigable. Espléndido tirador de pistola y carabina. Es muy carismático. Se gana muy fácil a la gente. Las cualidades de Villa como dirigente revolucionario y como caudillo aparecerían en la lucha.”
–Una de las versiones más extendidas sobre Pancho Villa es que era un personaje parrandero, borracho, caprichoso. Un demonio que asaltaba y violaba mujeres. ¿Qué hay de cierto en esta visión?
Los odios del revolucionario
–Era perfectamente abstemio. No tomaba un trago. No sólo no tomaba un trago, sino que trataba de que sus hombres no tomaran. Podemos contar anécdotas de que, Pancho Villa, retorciéndose el bigote, llegaba a la barra de una heladería y pedía: “Denme una malteada de fresa”, porque era fanático de las fresas en todas sus formas: malteadas, helados, fresas con crema. En cuanto a este asunto de la violación de mujeres, el fundador de la crónica como género, John Reed, hostigado por sus editores, le pregunta a Villa sobre las violaciones. Y entonces, el Centauro del Norte se le queda viendo y le responde: “Usted ya tiene mucho tiempo con nosotros amiguito. ¿Conoce usted a un padre, un hermano o un amigo de alguna mujer que yo haya violado?” Y luego se queda pensando y le dice: “¿O un testigo o alguien?”
“Pancho Villa, como jefe revolucionario de la División del Norte (de 1913 a 1915), prohíbe el saqueo y condena la violación con pena de muerte. Soldado en la División del Norte acusado con pruebas de violación es fusilado y punto.
“Lo que viene después es la leyenda negra. En cuanto a Villa como jefe revolucionario puedo decir que las acusaciones de violación son calumnias; también esta idea de Villa saqueador y el Villa borracho también son calumnias.”
–¿Cómo se convierte Villa en revolucionario? ¿Qué intereses expresa?
–Pancho Villa odiaba con encono el autoritarismo y a los hacendados. Las dos palabrotas contra las que se levantan en armas miles y miles de mexicanos y mexicanas en 1910 y, sobre todo, en 1913, se pueden reducir a dictadura y latifundio. Es decir, al abuso político y a la falta de libertad. Por un lado, a la persecución política, y por el otro, al despojo de la riqueza de los pueblos y la concentración de la riqueza en muy pocas manos a costa de la pobreza de las mayorías.
“Villa odia a los representantes de la dictadura y a los hacendados. Como todo revolucionario, tiene muy claro qué no quiere. Entre noviembre de 1910 a diciembre de 1913 madura políticamente muy rápido.
“Pancho entra en contacto con dirigentes políticos y sociales con una trayectoria política previa. Y, al contacto con esta gente, va dándole forma a lo que significan sus odios. El odio al hacendado, el odio al dictador. Eso lo lleva a identificarse con Madero y luego a acoger a los maderistas en las filas de la División del Norte, cuando Carranza no los quiere. Y a dar sentido a una visión de democracia que es muy claramente democracia popular municipal, y que luego, en conferencia con el zapatismo, se traduce en la idea de la democracia casi directa y la democracia parlamentaria. Se vincula así con la mejor parte del maderismo, representada por Felipe Ángeles, por Federico González Garza, por Roque González Garza, que Villa lleva a la presidencia interina.
“Y, por otro lado, busca la destrucción del latifundio y el reparto agrario. Lo primero que hace como gobernador de Chihuahua es confiscar los bienes de la oligarquía. Un decreto fabuloso muy poco conocido del 12 de diciembre de 1913.”
–¿Por qué reivindicar ahora a Pancho Villa? ¿Cuál es su actualidad?
–Pancho Villa significa la potencia del pueblo en armas, del que toma en sus manos su propio destino. Representa la potencia de los que dicen: “Queremos soñar con un país libre, justo y de iguales”.
–¿Qué le dice el Centauro del Norte a América Latina?
–La invasión villista de Columbus, Nuevo México, representa reivindicar la soberanía de nuestras naciones. Pancho Villa entra allí con un propósito político muy claro, expresado en manifiestos previos que dicen: “Estados Unidos quiere doblegar al gobierno de México y someterlo a sus designios. Esa época ya se acabó. México es un país soberano. Ese mensaje resuena en toda América Latina”. Es un símbolo. Lo dijo Eduardo Galeano: “Los patos le están disparando a las escopetas”, “lueve de abajo hacia arriba”, “los latinoamericanos invadimos Estados Unidos’. ¿Para qué? Para marcar los límites ante el imperio.
–¿Qué queda socialmente del villismo en México?
–En cualquier ciudad a la que vayas en México, te encuentras retratos de Villa por donde quiera: en cantinas, en cafeterías, restaurantes, talleres mecánicos. Las imágenes más reproducidas por la gente en sus casas, en sus trabajos, son las de Villa y Zapata y, en menor medida, de Lázaro Cárdenas. Hay calles llamadas Álvaro Obregón por donde quiera, pero no fotos suyas.