Santiago. La debilitada presidencia del chileno Gabriel Boric, cuyo índice de aprobación oscila desde hace meses entre 25 y 30 por ciento, y como si no tuviera ya abundantes dificultades, sufre ahora un escándalo mayor originado en Revolución Democrática (RD), uno de los partidos del Frente Amplio (FA), la alianza “neo izquierdista” de la cual surgió la candidatura del mandatario.
Medios de prensa regionales revelaron una trama de financiamiento fiscal a fundaciones “sin fines de lucro” creadas y regenteadas por militantes de RD, dinero que supuestamente se destina a obras sociales –provisión de agua potable, servicios sanitarios, chabolas de emergencia, etcétera– en campamentos ocupados por pobladores que demandan vivienda propia.
El modus operandi parece ser que esas organizaciones pactan convenios con los gobiernos regionales a cargo de militantes de RD, asegurándose recursos que oscilan entre 200 mil y 500 mil dólares, cuyo uso si bien debe ser rendido aparentemente no se ha hecho.
Las pesquisas judiciales –la policía ha allanado desde casas particulares hasta oficinas públicas– de momento no parecen mostrar enriquecimiento personal, pero se sospecha que pagaban el proselitismo de RD y generan clientelismo electoral. Las revelaciones castigan a RD, que vive una guerra interna, pero también al Frente Amplio, que hace algo más de una década incursionó en la política saltando de las aulas universitarias al Parlamento, con sus noveles líderes estudiantiles denunciando la corrupción y las prácticas burocráticas de la “vieja política”, prometiendo un estándar ético superior.
Ese discurso, que disparó el éxito político del FA hasta catapultar a Boric a la presidencia de Chile en 12 años, está horadado, tal vez irremediablemente hundido, porque la superioridad ética proclamada se cae cual castillo de naipes.
El sociólogo Carlos Ruiz Encina, quien es un mentor ideológico del FA, decía esta semana en entrevista a El Mostrador que ese referente apostó su ideario a la renovación moral de la política, al punto que la probidad sería suficiente más que la gestión.
“Eso es absurdo, no remplaza la falta de proyecto histórico. El problema que deja en tan mal pie al FA es que se truncó la discusión que conducía a elaborar proyectos. Ahora aparece como una promesa donde se depositan muchas expectativas de algo que empieza a llenar los espacios de representación política. Eso dependía de que sea capaz de elaborar un proyecto postransición con un horizonte de modernización social y política”, lo cual no ocurrió, afirma.
Según él, la crisis “podría tomarse como una oportunidad, pero una tal que tiene que ser refundacional”.
Mientras, la derecha ve ocasión de terminar de demoler la presidencia de Boric, muy deteriorada en año y medio al frente del gobierno, por errores no forzados que mostraron la inexperiencia e improvisación de juveniles funcionarios, tanto como que parecen haberla arruinado cuando lleva 16 meses en el cargo y le quedan dos años y medio hasta marzo de 2026.
En el despilfarro de recursos públicos, el conservadurismo encontró un argumento para rechazar un aumento de impuestos a los más adinerados, a sabiendas que ingresar 10 mil millones de dólares es requisito elemental para una diversidad de planes sociales comprometidos.
También está empeñado en tumbar, por la vía de una acusación constitucional que los inhabilite para cargos públicos hasta por cinco años, a los ministros de Desarrollo Social, Giorgio Jackson –amigo personal de Boric y dirigente fundador de RD–, y al de Vivienda, Carlos Montes, un experimentado y respetado ex senador militante del Partido Socialista (PS); algo que de lograrse sería un golpe intenso.
Además, desde sectores de la ex concertación que se sumaron circunstancialmente al gobierno al punto de ocupar las principales posiciones del gabinete, se lanzaron implacables descalificaciones, teñidas de burla, acerca del Frente Amplio. Hace unos días, desde el PS afirmaron que el presidente de RD, el senador Juan Carlos Latorre, “dejó de ser un interlocutor válido”.